Los Ángeles

Brad Pitt: «El acoso forma parte de este negocio»

No cesa de generar noticias, incluso a su pesar: la estrella, quien opta al Oscar por su trabajo en «Moneyball: rompiendo las reglas», y Angelina Jolie podrían ser padres otra vez. Y, ahora, de gemelos...

Brad Pitt: «El acoso forma parte de este negocio»
Brad Pitt: «El acoso forma parte de este negocio»larazon

En la sala Bell Lightbox del pasado Festival de Toronto nos encontramos con Brad Pitt. El actor llega al certamen para presentar su nueva película, «Moneyball: rompiendo las reglas», por la que acaba de conseguir una, para muchos justa, nominación al Oscar. Su gesto ni se inmuta cuando cientos de fotógrafos tratan de tomar la mejor instantánea de la estrella. A sus 47 tan bien llevados años, Brad Pitt continúa siendo un tipo modesto que se sienta junto al resto del elenco para hablar sobre su última aventura en el cine. Basada en el libro homónimo de Michael Lewis, cuenta la historia real de Billy Beane, el mánager del equipo de béisbol Oakland As, un hombre que consiguió llevar hasta el título a un equipo mediocre en el año 2000. La cinta supone una batalla emocional para el personaje que encarna el marido de Angelina Jolie y va más allá del juego y la competición. Dirigida por el todavía no muy curtido cineasta Bennett Miller (debutó con «Truman Capote», el anterior título que dirigió a éste), se convirtió en una obsesión personal de Brad Pitt durante varios años. Quien, dicen los que le conocen bien, puede convertirse en alguien bastante cabezota cuando una idea se le planta entre ceja y ceja. Esta vez, al menos, se salió con la suya.

–Allá donde va usted se forma siempre un revuelo considerable, sea solo o acompañado de su esposa. ¿Está ya acostumbrado a la enorme atención que provoca? ¿No le agobia en ocasiones tanto paparazzi, tantos periodistas, tantos curiosos y admiradores a su alrededor?
–Forma parte de este negocio, y desde luego no se trata de una experiencia nueva para mí. Digamos que va incluido en el mismo paquete del éxito o la fama que consigue un intérprete.

–Hablemos de la película, que, por cierto, le he oído comentar que trata sobre más temas de lo que puede parecer en un principio o por el cartel...
–Realmente, me parece una obra muy complicada. Sobre todo, es una historia sobre los valores de la sociedad. Desde luego habla del juego, claro, pero va más allá, por debajo de todo eso existe algo bastante profundo independientemente de lo que está sucediendo en la pantalla. Gracias al director fui capaz de entender esta historia tan poco convencional y desarrollarla de una forma, creo, impecable. Para mí las películas sobre deportes, sea cual sea, son siempre emocionantes porque hablan de esfuerzo, de sacrificio, de superación personal. Confieso que me considero un adicto a este tipo de filmes.

–¿Y de qué manera se enfrentó a un papel que con tanta intensidad le atraía?
–El título, «Moneyball», significa precisamente cómo este grupo de hombres ganó en un juego injusto. Para mí estos jóvenes estuvieron haciendo algo durante mucho tiempo que no funcionaba y de pronto encontraron una nueva fórmula que sí. Ese asunto también me interesaba.

–Se pasó bastantes años tratando de sacar adelante esta producción que incluso pasó por las manos de tres directores distintos antes de realizarse.
–En efecto. Porque «Moneyball» no es fácil de contar ni lineal. En cuanto a sus personajes, tampoco resultan convencionales, que siguen un arco evolutivo previsible. Hubo que repetir muchas secuencias, conseguir que muchos actores que forman parte del elenco dieran con la interpretación adecuada y que al final todo lo que estábamos haciendo tuviera sentido. Los protagonistas de esta película se encuentran en una situación injusta y tratan por todos los medios de reinventarse a sí mismos. Al intentarlo chocan contra muros de cristal que les estallan en las caras. Pero en el grupo prevalece la fuerza de voluntad, el poder de decisión, ese es el gran valor de su éxito. Cada uno puede entender lo que consigue a su manera porque el sistema de valores está dañado por nuestra objetividad. Como te dije antes, la película plantea muchas cuestiones, recuerda al cine de los años setenta, y yo me identifico con esa manera de hacer cine.

–De hecho, fue usted quien leyó «Fresh Air» y decidió comprar los derechos de la novela.
–Sí. Desde que le eché la primera ojeada quise convertirlo en película. Me sorprendió cómo estos hombres se retan para superarse en una industria donde todo se hace y dice a golpe de talonario. Ellos tenían un equipo de 38 millones de dólares y competían contra otros con presupuestos de cien y ciento veinte millones... No era, desde luego, una lucha de igual a igual. Lo que tienen que conseguir es reinventar el mundo del baseball gracias a su conocimiento y, a la postre, lo consiguieron.

–Su personaje es supersticioso y no se atreve ni siquiera a ver los partidos que juega su formación. ¿Los es Brad Pitt también?
–Bueno, él dice que no quiere tomar decisiones basadas en sus emociones y por eso no los mira. Cuando lo hace se involucra demasiado. Entiende el proceso y lo que supone desprenderse de jugadores, pero estás en lo cierto, el tipo es realmente supersticioso... Yo tengo mis manías, como todo el mundo, aunque no llego al extremo de calificarme así. Una de ellas la descubrí gracias a «Moneyball»: como productor que soy también de la película, la visioné durante el proceso de edición una y otra vez. Al haberla financiado me sentía algo así como el mánager que aparece retratado en la cinta y aprendí a distanciarme del actor, de manera que pude ver cuándo algo funcionaba y cuándo no.

–¿Estima que ha conseguido realizar aquí la mejor interpretación de toda su carrera? Incluso opta al Oscar. Con todo, el papel que se lleva la palma para numerosos fans suyos sigue siendo el que hizo para «El curioso caso de Benjamin Button»...
–No seré yo quien juzgue eso. Pero indudablemente uno trata de mejorar con cada nuevo papel. La última debería ser siempre mejor que la anterior.