«The Green Hornet»: Zumbidillos de avispón

La culpa es de la crisis, dice muy serio y ambiguo Gondry, y una piensa que resulta extraño achacarle a la coyuntura internacional la culpa de un giro tan brusco en la carrera de un cineasta. El director de «Rebobine, por favor» (2008), que también apuntalaba en las bien alimentadas espaldas de otro cómico americano, Jack Black, ha decidido de nuevo olvidarse de él mismo, de aquellos filmes extraños, inclasificables y atípicamente poéticos que frecuentó y entrar otra vez a Hollywood por la puerta grande, aunque al final ha resultado ser la del servicio. El punto fuerte de la historia que protagonizan Britt Reid, hijo de un magnate periodístico cuya vida cambia al morir su padre, Kato, un empleado del difunto, y la nueva secretaria de Britt, que encarna una Cameron Diaz a la que nadie ha prestado mucho caso, radica precisamente en la profunda e incluso un poco ambigua relación que se establece entre el superhéroe imperfecto y el secuaz chino. Más allá, sólo instantes personales y sugerentes: la pantalla partida, guiños a la serie de TV predecesora, ciertas escenas vistosas de acción mejores con las gafas... Porque está rodada en 3D. Y Gondry, imperturbable.