Barcelona

La negociación con Al Qaida en el secuestro va a ser utilizada por ETA

Los cooperantes Albert Vilalta (2d) y Roque Pascual (d), acompañados por el presidente de la Generalitat, José Montilla (2i), y el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, a su llegada al aeropuerto de El Prat
Los cooperantes Albert Vilalta (2d) y Roque Pascual (d), acompañados por el presidente de la Generalitat, José Montilla (2i), y el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, a su llegada al aeropuerto de El Pratlarazon

MADRID-La confirmación de que España ha negociado, a través de intermediarios, con terroristas tan peligrosos como los de Al Qaida para el Magreb Islámico (AQMI) y que, incluso, ha podido presionar y utilizar a otros países (Mauritania, Mali y Burkina Faso) para resolver el secuestro de los tres cooperantes, ha sido utilizado por el entorno del entramado de ETA para hacer valer sus pretensiones negociadoras.

A día de hoy, no hay ningún dato que avale que el Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero mantenga contactos con la banda o su brazo político. Todo lo contrario, se les combate en todos los frentes. Sin embargo, en un momento en el que, según expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN, ETA prepara otra nueva tregua-trampa en la que, como es norma entre los pistoleros, intentará sentar al Gobierno en una mesa de conversaciones, lo ocurrido con AQMI se convierte en un incómodo precedente.

El diario «Gara», en el que la banda inserta sus comunicados y que no oculta su afinidad con la «Izquierda Abertzale», ha publicado un editorial en el que da por finiquitado el «dogma» de que España no negocia con terroristas ni cede a chantajes. «Hoy es un día para celebrar la suerte de los dos cooperantes. La fortuna, sin embargo, es una rueda cuyo movimiento nunca deja gozar largo tiempo de felicidad. Volverán a producirse hechos de este tipo. Que la cultura de la negociación se imponga siempre», agrega.


Mensaje
Independientemente del mensaje, oculto o explícito, que figura en el citado texto, los expertos subrayan que ETA, la organización delictiva más siniestra que ha conocido la España moderna, ha tenido siempre como objetivo forzar a los gobiernos de turno a que se sentaran en una mesa de negociación.

Desde 1974, cuando llegó al convencimiento de que era imposible una insurrección popular en el País Vasco y, a continuación, una victoria militar sobre España, diseñó la «estrategia de desestabilización» para obligar a los representantes del Estado a sentarse en una mesa de conversaciones.

En este asunto, ETA ha cambiado muy poco su teoría. Basta con releer el siguiente párrafo, contenido en un documento de la época, para darse cuenta de ello: «Toda fuerza armada debe incluir en su estrategia el arma (habla de arma, no de instrumento) de la negociación y eso es algo que todos los manuales de teoría militar que existen lo enseñan como una premisa fundamental. Y si esto es válido para un ejército regular, en el caso de un grupo revolucionario clandestino (ETA se incluye entre estas bandas), infinitamente más débil militarmente que su enemigo, la negociación no es sólo un arma sino triunfo político (...) supone el reconocimiento de que su influencia política es mucho mayor que su debilidad militar».