Cataluña

Guardia Civil en esencia

La Razón
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Es deplorable que actos solemnes, instituidos para la honra y el homenaje público, acaben arruinados por la polémica, las pugnas menores y la mezquindad. Ayer era un día señalado para la Guardia Civil, que celebraba en Valdemoro la festividad de su Patrona, la Virgen del Pilar. Los días previos ya arrastraban el runrún de la crítica por el varapalo judicial que sufrió el Ministerio a propósito de la última manifestación convocada por la Asociación Unificada de la Guardia Civil. Y lo cierto es que la anécdota ha sustituido a la categoría y la torpeza del Ministerio del Interior ha tapado un excelente discurso del ministro sobre la naturaleza y los valores de la Guardia Civil. No sería razonable dar excesivo realce a los abucheos que sufrió Pérez Rubalcaba a su llegada al acto y durante su discurso. Fue, eso sí, la expresión de un malestar bastante extendido en el seno del instituto armado por razones salariales, laborales y organizativas. Es mucho lo que aún está por hacer para mejorar las condiciones en las que desarrollan su trabajo los casi 85.000 guardias civiles que conforman uno de los pilares básicos de la Seguridad del Estado. Es verdad que en estos seis últimos años el Gobierno socialista ha incrementado sus efectivos en casi un 30%, pero ese esfuerzo de cantidad no ha ido acompañado por otro de calidad; al contrario, han sufrido un apreciable recorte en sus magros salarios, de modo que los guardias civiles son los peor pagados de los Cuerpos y Fuerzas policiales, pues cobran hasta un 35% menos que los policías autonómicos de Cataluña o País Vasco y rinden jornadas laborales mucho más exigentes que éstos. Ayer, no obstante, no era el día de las reclamaciones laborales ni salariales, sino el de rendir tributo a los caídos en el cumplimiento del deber, empezando por las víctimas del terrorismo; y era también el día de vestir de fiesta los valores intrínsecos que han hecho de este instituto armado un modelo a imitar en diversos países y que acumula un altísimo prestigio dentro y fuera de España. En este punto, es de destacar la exacta formulación del ministro del Interior al subrayar en su discurso que la modernización de la Guardia Civil no puede hacerse arrumbando sus mejores valores, su carácter militar. El éxito de este Cuerpo reside, precisamente, en conjugar adecuadamente sus cualidades policiales con las castrenses. Aunque parezca una obviedad, no está de más poner el acento sobre la naturaleza militar de la Guardia Civil. Es notorio que al calor de las reivindicaciones organizativas se intentan recusar también otras de más hondo calado que destruirían su esencia y todo aquello que le es específico. Desde la izquierda siempre se ha visto con recelo el carácter castrense de este instituto armado y no faltan voces dentro del PSOE que periódicamente, sobre todo cuando está en la oposición, plantean su equiparación a la Policía Nacional, es decir, su disolución en el conjunto policial. Acierta, pues, Rubalcaba al defender y reivindicar el código genético de la Guardia Civil, y también acertaría si fuera más receptivo a las justas reclamaciones que le demandan unos profesionales de los que todos los españoles estamos orgullosos.