Cataluña

El listo el cejas y el tonto

La Razón
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Seguramente muchos recordarán aquel chiste referente a un sargento que explicaba a unos reclutas la manera en que tenían que poner en funcionamiento un paracaídas. «Fijaos bien», dice el sargento, «se le da a este botón y el paracaídas se abre. Si no se abre se tira de esta anilla. A ver tú, ¿cómo se hace?». «Se aprieta ese botón», responde el recluta señalado, «y se abre el paracaídas. Si no funciona, se tira de la anilla, mi sargento». «Muy bien. Tú, ¿cómo se hace?», indaga el suboficial mirando a otro soldado. «Se le da al botón y el paracaídas se abre», contesta el recluta, «si el aparato no funciona, se tira de esa anilla». «Muy bien. Tú, ¿cómo se hace?». Así, tras preguntar a tres o cuatro reclutas, el sargento embarca a sus soldados en un avión para que pongan en práctica lo que les ha enseñado. Apenas ha saltado un par de reclutas al vacío, cuando, inesperadamente, uno de los soldados grita: «Mi sargento, mi sargento, fíjese qué rápido baja el tonto». He recordado este chiste de la infancia al escuchar las declaraciones del ministro de Educación, señor Gabilondo, acerca de la obligación del Gobierno catalán de obedecer la sentencia del Tribunal Supremo sobre la posibilidad de cursar estudios en castellano en Cataluña. Apenas unas horas antes de Navidad, la periodista Keti Garat preguntó en una rueda de prensa al ministro Rubalcaba sobre la sentencia –un severo varapalo contra el nacionalismo catalán– y las intenciones del Gobierno. El ministro del Interior podrá tener muchos defectos, pero no es un estúpido y se excusó diciendo que antes tendría que leer la sentencia. Un par de días después la misma Keti Garat formuló la misma pregunta a ZP, pero el presidente del Gobierno, encantado de haberse conocido, señaló que era el ministro Rubalcaba el que se había comprometido a responder y que no iba a ser él quien le hiciera un feo. Cuando por segunda vez, Rubalcaba fue interrogado al respecto por la señorita Garat, la emplazó para un futuro indefinido, eso sí, con una sonrisa amable y casi divertida. Durante semanas, gracias a la astucia de Rubalcaba, el Gobierno había logrado, pues, no desairar a sus compañeros del PSC que tan mal parados quedaban con la sentencia y evitar problemas con el nuevo Gobierno catalán. Incluso hasta podían fingir que pensaban cumplir la resolución judicial. Pues bien, esta semana, preguntado sobre el tema, el «hermanistro» Gabilondo se ha descolgado diciendo que el Gobierno catalán hará lo que le parezca porque es quien tiene competencias sobre el tema.

De golpe y porrazo, los esfuerzos de ocultación de Rubalcaba y ZP se han ido al garete y Gabilondo ha dejado de manifiesto sin lugar a duda alguna que el Gobierno, siempre en comandita con el nacionalismo catalán, tiene la intención de pasarse la sentencia judicial por el forro de sus intereses. Si el episodio, en lugar de la enésima muestra de la indecencia del Gobierno de ZP, hubiera sido un western de Sergio Leone se hubiera titulado «El listo, el cejas y el tonto». El listo había logrado esconder las intenciones despóticas del Gobierno, el cejas se había aprovechado de su astucia y el tonto había descubierto el pastel. Si ya lo decía el chiste: «Mi sargento, mi sargento, fíjese qué rápido baja Gabilondo».