Barcelona

«Pakis» de butaneros a «botiguers»

El asesinato en Barcelona de un joven paquistaní en su tienda ha revelado el empuje de esta comunidad, que ha suplido al viejo comercio de barrio 

La Razón
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La comunidad paquistaní de Barcelona, formada por unas 30.000 personas, ha sido tradicionalmente muy pacífica y poco problemática, pero en los últimos días se ha visto sorprendida por la muerte violenta de dos de sus miembros. En la noche de sábado a domingo de la pasada semana, un joven de 19 años falleció tiroteado en su comercio, mientras se resistía a un atraco, y un hombre apareció muerto en su piso del distrito de Sant Martí, con evidentes signos de violencia.

Son dos muertes violentas en apenas cuatro días, pero no hay conexión aparente entre ambos crímenes. En el caso del atraco, todo apunta a que el presunto agresor, un francés de 47 años, eligió este establecimiento al azar. La víctima era paquistaní, pero hubiera podido ser argentina, senegalesa o china. El suceso generó alarma en Barcelona y también en la calle de esta tienda, Sant Pere Més Alt, frente al Palau de la Música.

Los comerciantes paquistaníes consultados por LA RAZÓN se mostraron más alarmados por el delito en sí mismo que por una presunta oleada de ataques contra esta comunidad. En ningún momento mencionaron mensajes de posibles brotes xenófobos. Están preocupados por la buena marcha y el futuro de su comercio, no por supuestas actitudes racistas. La comunidad paquistaní en Barcelona es pacífica y tranquila. Al margen de los dos homicidios citados, el índice de delincuencia relacionado con ellos es mínimo, casi nulo. Y así lo explicaron algunos comerciantes. Yahid, un joven de 23 años, universitario, señala que «cada vez somos más y estamos más integrados que nunca en Barcelona».

Yahid añade que «no tenemos ningún problema, la gente nos acepta y estamos muy bien instalados en el barrio del Raval». Shabhaz, otro comerciante del Raval, se muestra muy satisfecho por la evolución de la comunidad paquistaní en Barcelona en los últimos años, y con fundamento. «Hemos pasado de butaneros a comerciantes», resume en una frase. Tiene razón. A principios del siglo XXI, cuando comenzaba a crecer la población paquistaní en la ciudad, lo más habitual era verlos vestidos de naranja por las calles del Raval, o trabajando como albañiles. No obstante, la difícil coyuntura económica actual no ha beneficiado en absoluto a los paquistaníes de Cataluña. El 80 por ciento de ellos está en el paro, pese a que la remuneración de los que trabajan ha mejorado sustancialmente. Antes de la crisis, el 55 por ciento de esta comunidad trabajaba en la construcción. El presidente de la Asociación de Trabajadores Paquistaníes de Cataluña, Javet Ilyas, explica a este diario que existen dos problemas en su comunidad. Por una parte, el paro, que está causando estragos. El otro es la integración. «Pronostico que nuestra integración en Cataluña va a ser muy, muy lenta», dice Ilyas. «Es por la lengua –se refiere tanto a catalán como a castellano–, la cultura y la religión; Paquistán y España son países muy diferentes», señala.

La parte positiva es que es de las comunidades de inmigrantes más pacíficas y que menos problemas causa. Además, su ya imparable red de pequeños comercios de alimentación es muy bien valorada por los vecinos. En otras palabras, los paquistaníes han recuperado la figura del «botiguer», muy tradicional en Cataluña, una especie de pequeño comercio de alimentación de barrio «de toda la vida».

Este tipo de establecimiento corría el peligro de desaparecer a finales del siglo XX por el auge de las grandes superficies. No obstante, los paquistaníes han recuperado este comercio, con horarios más que interesantes para los ciudadanos. Casi siempre están abiertos. También tienen restaurantes, especializados en «shawarma» y «kebab», fruterías y carnicerías, una importante red comercial que ahora está sufriendo por la crisis. En definitiva, la comunidad paquistaní es de los colectivos de inmigrantes que genera menos recelo y rechazo. Son menos herméticos que los chinos, y mucho menos problemáticos que latinos o magrebíes. Son 30.000 en Cataluña, 25.000 de ellos hombres.
 


Badalona, la «Little Paquistán»
La comunidad paquistaní en Cataluña es amplia, formada por unas 30.000 personas, pero la inmensa mayoría de ellas viven en Barcelona o en su área metropolitana. Una buena parte de ellos residen en Badalona, concretamente en el barrio de Artigues. En este municipio, el tercero en importancia de Cataluña en número de habitantes, existe un gran problema vecinal con la inmigración. No obstante, la comunidad paquistaní de Badalona es de las menos problemáticas de la ciudad. En este barrio, el 75 por ciento de los vecinos son originarios de este país asiático, pero este dato demográfico jamás ha provocado ningún tipo de problema en la convivencia.