Presentación

Giro profesional

La Razón
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Uno de los principales problemas que arrastran las ferias organizadas en España –sean éstas de arte o cualquier otra materia– es que, desde siempre, ha primado más su dimensión de parque temático que de encuentro profesional. La cifra que suele prevalecer y que se encarga de marcar los niveles de éxito de cada nueva edición es el número de visitantes que han inundado las avenidas de los pabellones. Y, claro está, cuando de lo que se trata es de hacer negocio y de que cada expositor amplíe de facto su mercado, el hecho de que haya venido más o menos público a pasearse y mirar, secundario. La 31 edición de ARCO ha cerrado con 150.000 visitantes. Pero eso no es lo más importante: ferias más pujantes como Frieze o Art Bassel no reciben tanta marea humana, aunque se muestran más eficaces a la hora de promover las transacciones comerciales, congregar a lo más selecto del coleccionismo internacional y actuar como contexto de legitimación para todos aquellos nombres que allí se exhiben. No es casual, en este sentido, que el director de la feria madrileña, Carlos Urroz, tenga como principal empeño imprimir un sensible «giro profesional» que, en estos momentos, es la única forma posible de garantizar su sostenibilidad. Los trescientos coleccionistas extranjeros que se han dado cita en la Feria así lo testimonian. Con todo ello, y para que esta tarea valiente y titánica culmine en los términos deseados, es necesario corregir un mal de fondo que está afectando a ARCO con especial virulencia durante estos tiempos de crisis: el escaso riesgo de las propuestas presentadas.

Con excepción de Espacio Mínimo –cuyo proyecto de stand ha supuesto toda una revolución en lo que a concepto y praxis se refiere-, lo que se observa es una alarmante deriva hacia el adocenamiento, la banalidad y, sobre todo, las fórmulas facilonas y de salida rápida. ARCO aburre; y si así sucede es porque, quizá, no deja de constituir un fiel reflejo de lo que es el arte contemporáneo: una mera estrategia de conservación de las constantes vitales. De ahí que convenga dar un paso hacia delante y saber plasmar aquello que tan sólo es presentimiento, posibilidad, inconcreción.