Feria de Bilbao
Iván Fandiño da el paso en Madrid
- Madrid. 2ª de la Feria de la Comunidad. Se lidiaron toros de Salvador Guardiola Fantoni, descastados y de poco juego salvo el quinto. Menos de media entrada en los tendidos. - Eduardo Gallo, de tabaco y oro, buena estocada, cuatro descabellos (silencio); pinchazo, estocada, dos descabellos (silencio). - Iván Fandiño, de fucsia y azabache, pinchazo, estocada (saludos); buena estocada (oreja). - David Mora, de rosa claro y oro, media que saca, pinchazo, estocada, aviso (silencio); pinchazo, estocada baja, aviso, dos descabellos (silencio).
MADRID- Entró a matar Fandiño al quinto como si se le fuera la vida. No miró por su integridad, arrojó valor a raudales y se fue derecho al toro, sin buscar salida ni escape ni refugio. Y le pudo salir caro. Al mismo tiempo que hundía el acero a fuego se hartaba el toro de él. Vuelta en el aire seca, violenta. Brutal. Pareció sonar la caída en esos tendidos semi despoblados y calentó más esa oreja, que había fraguado desde que el toro abandonó la puerta de chiqueros. Fue el único astado que ofreció opciones de la tarde y con esa estocada rodó el animal en décimas de segundo. El torero vasco le había buscado las vueltas y con el capote firmó verónicas con cadencia y sabor. No digamos una media para dejar al toro en el caballo. Quiso el astado embestir con más casta que toda la corrida de Guardiola Fantoni junta. Y encontró seriedad y solvencia en la muleta de Fandiño, que se entretuvo en el toreo asentado, dando sentido a las nobles embestidas del burel. No se volvió a repetir en toda la tarde. El remiendo de corrida que saltó al ruedo de Guardiola Fantoni (vino a sustituir a la Adelaida Rodríguez, que le echaron para atrás) fueron toros de foto. Nada más. A ninguno le dio por embestir y agonizaron siempre en esa línea donde la falta de casta se convierte en un problema para el toreo. Ya lo vivió Fandiño en el segundo, que acudía a la muleta del torero vasco con el ánimo de quitarse el trapo de en medio sin más. Fandiño anduvo despejado en el camino de la voluntad. A Eduardo Gallo, además, le visitó el viento más de lo deseado y descompuso lo poco que podía componer ante ese primero de la tarde que era todo carne y pitones. Quería ir, pero le costaba minuto y medio de cites. Lo mató por arriba. Bendita muerte que no llegó y se torció el descabello para rematar. El cuarto tuvo además la inercia de las malas ideas. Se revolvía raudo. Los intentos de Gallo no le llevaban a ninguna parte más que a la enfermería. Menos mal que se salvó. El próximo jueves inaugura San Isidro. David Mora acompañó por verónicas al tercero en el intento de abrochar las arrancadas que tendían a salir sueltas. Ya en los medios le encajó una estilosa media. Mareó el toro la perdiz en el caballo, sin empujar pero dejándose pegar. Antes de plantarle cara en el centro en pleno desafío al viento, Mora brindó al compañero, a Gallo, que tiene apellido de lo más torero. Al natural le levantó los pies del suelo y lo hizo a cámara lenta, aunque frágil el torero en la arena le perdonó en ese juicio crucial. Desarrolló sentido el toro, contraproducente con el viento. Por un pitón, por otro... El sexto, descaste, desgana, qué más. Tan sólo obra de una voluntad condenada de antemano.
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