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Argelia

Así es la tierra donde han vivido los secuestrados

Los escritores Javier Reverte y Alberto Vázquez-Figueroa describen la dureza del territorio en el que han sobrevivido los secuestrados

Una de las carreteras que cruzan este inmenso desierto
Una de las carreteras que cruzan este inmenso desiertolarazon

MADRID- Inaccesible y duro. El territorio comprendido entre el sur de Argelia, Mauritania y Mali forma parte de ese triángulo dorado que son las armas, las drogas y el terrorismo que desde hace años recorre de una costa a otra, desde el este hasta el oeste el impenetrable desierto del Sahara. A ese paisaje de costumbres, rivalidades, culturas, pueblos y bandidaje tradicional se ha sumado Al Qaida para el Magreb Islámico. «Es inhabitable. Una zona inhóspita. La más difícil y peligrosa del desierto», comenta el escritor Alberto Vázquez-Figueroa. Él conoce la zona desde joven. La ha explorado. Ha viajado por ella. Le ha dedicado libros. Ha sido corresponsal de guerra en los países que ocupan esta zona. Ha simpatizado con las tribus y los habitantes.


Entre el desierto y la crisis
«He vivido varios años allí. Es un territorio muy complejo. La situación económica es mala. Sufren una gran sequía y el desierto se extiende cada vez más hacia el sur. Los habitantes de esta zona están desesperados. Muchos verán en todo esto una oportunidad para ganar dinero. Aquí se unen el terrorismo con el bandidaje. Muchos de los que colaborarán con ellos no lo harán porque crean en Alá o quieran ganarse el paraíso, sino porque si les dan cuatro millones de euros les solucionan la vida para siempre. Sobre todo en este territorio», comenta. Otro viajero. Otro novelista, el escritor Javier Reverte, describe el paisaje con la voz aún impregnada con las experiencias que vivió allí. Habla y recuerda, mientras intenta desplegar un mapa: «Ése es un desierto inclemente. Es una tierra de nadie. Entre el sur de Argelia y el noreste de Mauritania y Mali no hay nada. Los miembros de Al Qaida se encuentran muy metidos en el desierto. Los tuaregs saben muy bien dónde está Al Qaida, y el Polisario también. EE UU debería contratar a los saharauis. Son prooccidentales y acabarían con ellos en quince minutos».

Reverte evoca el paisaje en el que han estado secuestrados los cooperantes españoles: «Es muy duro. Hay oasis en ciertos puntos, algunas zonas de dunas, las menos, pero es una tierra peligrosa, dura. Sólo la gente adaptada es capaz de sacarle rendimiento. Ellos saben encontrar sombra y agua». Vázquez-Figueroa añade una pincelada: «Es un pedregal. Las dunas son para las películas. En el desierto sólo hay un 10 por ciento. El resto son piedras. En estos trechos no existen puntos de referencia. Cuesta caminar y te desanimas al avanzar por la arena. Está lleno de cuevas. Si te refugias en ellas, no hay manera de que te encuentren ni con lupa. Los helicópteros no pueden sobrevolar la zona porque el polvo obtura los rotores». Vázquez-Figueroa apunta un dato más: «Un poco más al norte está el lugar donde se registra la temperatura máxima todos los años: más de 50 grados».

Reverte aporta un dato: «Allí se ha traficado durante toda la vida con todo. Hoy con armas, pero antes con oro o especias. Para ellos, tanto una cosa como otra es comercio. A los europeos les cuesta trabajo entender esta visión y forma de vida. Algunos serán radicales, pero no todos. Seguro que algunos participan para ganarse la vida y sacar dinero». Para Reverte hay otros puntos más peligrosos en África, como el Congo, pero advierte: «Es verdad que existe un peligro a medio y largo plazo si se incrementa el fundamentalismo islámico y repercute en Marruecos y Argelia. Si se radicalizan estos países sería muy peligroso para Europa, porque los tenemos al lado». Vázquez-Figueroa comenta su experiencia: «Allí, muchas veces, no sabes quién es amigo o enemigo, o por qué disparan. Y el calor es asfixiante». Y aporta la lección que hay que extraer de esta experiencia: «Creo en el trabajo de la mayoría de las ONG. Éstas deberían saber que lo que hay que hacer es reunir la ayuda y mandarla con rapidez. Por barco y no pasear por el desierto».