Elecciones andaluzas
El que faltaba por Lucas Haurie
La expresión «éramos pocos y parió la abuela» se puede aplicar casi literalmente, cromosoma arriba cromosoma abajo, al quite de Manuel Chaves durante el tercio de lucimiento de José Antonio (¡¡presente!!) Griñán durante la lidia y, si procediese, estoqueo de Rubalcaba. Porque después de dos décadas como presidente autonómico y una sucesión impuesta por su dedo, el padre de Paula e Iván (esos dos jóvenes a los que tanto les cuesta ganarse la vida) puede ser considerado la reina madre del socialismo andaluz, es decir la abuela, y también porque su petición de apoyo explícito al secretario general no es un parto pero sí una parida. Él sabe que su sucesor y enemigo jamás brindará su «apoyo explícito» a la actual Ejecutiva Federal porque en su ánimo está liderar el derrocamiento. A no ser que Chaves hable en clave regional y pretenda resucitar al chavismo derrotado en el último congreso, rematado en los subsiguientes congresillos provinciales y enterrado con los nombramientos del Gobierno bipartito. Si Zarrías y su gente enarbolan la bandera de Rubalcaba, todavía pueden tener un último aliento en el caso de que Ferraz aguante este envite porque tanto cambio de trinchera llevará a una actualización del lamento de Pío Cabanillas (Gallas, el genuino): «Ya no sé si somos de los nuestros». La postura de Andalucía siempre fue decisiva en el PSOE… cuando se sabía cuál era la postura de Andalucía. Urge más poner orden en casa que desahuciar al moroso inquilino de Madrid.
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