Londres

Cannes tomado por los antidisturbios

«Hors-la-loi», sobre la independencia de Argelia, y «Carlos», «biopic» del terrorista, incendian La Croisette 

Cannes, tomado por los antidisturbios
Cannes, tomado por los antidisturbioslarazon

A falta de estrellas, polémica. Primero fue «Draquila», que motivó la ausencia del ministro de Cultura italiano en el festival, y después «Carlos», pero la mecha aún sigue prendida. No es ésta una crónica desde Beirut o Ramala, pero algo similar a lo que sacude estos lugares parecía esperarse ayer en La Croisette, pues los antidisturbios se diseminaron por el centro de la ciudad ante el anuncio de una manifestación. Todos los países tienen zanjas por abrir, o que no se han acabado de cerrar, y en Francia la independencia argelina está soterrada, pero latente. El franco-argelino Rachid Bouchared no quería meter de lleno el dedo en la herida, pero la rozó en una de las secuencias de «Hors-la-loi» de apenas seis minutos, que compitió ayer en la muestra. El realizador sigue a tres hermanos desde 1945 hasta 1962, cuando el movimiento independentista estaba en plena ebullición. Incluso antes de ver el filme los ex combatientes galos y el Frente Nacional francés habían llamado al boicot de la película. Tras las proyecciones, el público mostró división de opiniones: «Sabía que las relaciones entre Francia, Argelia y su pasado colonial estaban todavía candentes, pero las cosas que se han dicho, incluso antes del estreno, me parecen excesivas», señala el director, que logró un premio para todos sus intérpretes en 2006 con «Days of Glory», que se centraba en un periodo precedente al que ahora trata. Negó, en cualquier caso, que sea un filme antipatriótico: «Francia es un gran país y este filme, junto con otros, sólo trata de recuperar la memoria de lo que sucedió». El ministro de Cultura galo, Frédéric Mitterrand, había salido en defensa de la cinta.Otro que tenía que ajustar cuentas era Olivier Assayas, que presentó su monumental «Carlos», un «biopic» de cinco horas y media –concebido para la telivisión– sobre Ilich Ramírez Sánchez, conocido como Carlos o El Chacal, la estrella del terrorismo mundial en los años 70. La cinta fue boicoteda por el terrorista, que cumple condena en Francia, y su entorno, que trataron de impedir en los tribunales el estreno y que han pedido una indemnización por daños y perjuicios de 24 millones de euros.A sueldo de Irak y SiriaEl realizador, tranquilo, respondía ayer por qué no había tenido en cuenta la visión del afectado: «Se trata de una ficción y no de un documental. Quizá si le hubiera conocido, no me habría sentido libre de contar las cosas de manera que funcionaran en la pantalla». Y añadió: «Estoy seguro de que no me habría dicho la verdad». Con un ritmo espectacular, el realizador sigue a Carlos desde sus inicios como activista de izquierdas en Londres y París hasta que se convirtió en la pieza clave del terrorismo árabe, primero a sueldo de Irak y luego de Siria. «Acepté el proyecto, entre otras cosas, porque respecto al terrorismo siempre hay preguntas. Ya ha pasado el tiempo suficiente como para ofrecer respuestas», asegura el realizador, que contó con conversaciones grabadas por la Stasi para el guión, entre otra abundante documentación.Ha sido especialmente alabada la actuación del venezolano Edgar Ramírez: «Buscábamos a alguien de una edad determinada, nacido en América Latina y que pudiera interpretar en cuatro o cinco idiomas, y, misteriosamente, lo logramos. Nadie más podía haber hecho de Ramírez, sino él». El realizador no encontró limitaciones a pesar de tratarse de un proyecto para televisión: «Impuse a Canal + que si no podía elegir el casting ni rodar en la lengua original no realizaría el proyecto». Assayas admite el riesgo, pues esta producción supone un cambio de registro respecto a su obra anterior, mucho más intimista, como «Las horas del verano».Es tal la repercusión que ha tenido el proyecto tras su proyección en Cannes que hay distribuidores que han optado por proyectar la versión larga en lugar de la corta, que dura dos horas y media. «Me costó más hacer esta versión que rodar todo el material», confiesa Assayas. El realizador parece haber olvidado los problemas que supuso su empeño por rodar en la zona del conflicto: «No era una producción norteamericana, así que no podía permitirme hacerlo en Marruecos como si fuera Oriente Medio porque ni la gente ni el paisaje son similares». Trasladó a l equipo a Líbano,y allí, además de dificultades técnicas, tuvo problemas políticos: «Uno de los actores sirios declaró que dejaba el rodaje porque el argumento iba contra su país. Eso supuso no sólo ponernos en riesgo a nosotros, sino a los actores sirios que sí decidieron continuar en la película».El fenómeno ApichatpongLa gloria de algunos cineastas, como Tarkovsky, se mide por el número de espectadores que logran no echar una cabezada durante una de sus películas. Si el porcentaje está en torno al 10% se aseguran la presencia de por vida en todas las salas de arte y ensayo del mundo. No es tan grave el caso del tailandés Apichatpong Weerasethakul, Joe para sus «fans». Tampoco voy a ocultar que «Lung Boonme Raluek Chat» es de esas películas cuyo argumento no puede contarse porque parece ridículo. Y es que su tercera participación en Cannes huele a premio, aunque no la verán en la Gran Vía. Tiene tantos detractores como seguidores, pero nadie puede negarle una belleza plástica inaudita. Es una de las escasas brisas de aire fresco que han soplado este año en la sección oficial, aunque para algunos demasiado lenta y suave. Su planteamiento, algo naíf, podría haberse titulado a ratos «En busca del karma perdido», pero la lógica argumental es lo que menos importa.