Saná
Yemen vota bajo la sombra de Saleh
El reto de Hadi, el único candidato, es evitar que el país sea un Estado fallido
La primera página de una nueva era en Yemen se ha escrito con tinta electoral. Los yemeníes votaron ayer por el cambio en unas elecciones presidenciales anticipadas que pusieron fin a 33 años de mandato de Ali Abdala Saleh.
El destino de Saleh es tan incierto como los retos del país árabe. El ex mandatario yemení desea regresar a Saná para la investidura del nuevo presidente, en un clima de protesta, donde miles de manifestantes siguen en pie en la Plaza del Cambio para exigir a Saleh que se enfrente a la Justicia por la muerte de más de 900 yemeníes en las revueltas. La otra alternativa es que permanezca fuera de la política por un tiempo, siguiendo su tratamiento médico en EE UU, mientras busca asilo en algún país del Golfo. Lo importante de estos comicios no será el resultado, sino la alta participación, ya que la victoria del vicepresidente, Abdo Rabu Mansur Hadi, único candidato electoral, está asegurada.
La imagen de Saná empapelada con carteles con la fotografía de Hadi animó a miles de ciudadanos a acudir a las urnas, incluso a activistas antirrégimen. «Los que apoyamos la revolución tenemos que participar en las elecciones», explicó por teléfono Abd Allah Aym, de la Fundación Al Saha. «Espero que el pueblo yemení ejerza su derecho al voto; es uno de los principios de la democracia», comentó a LA RAZÓN un diplomático yemení en Islamabad que simpatiza con Hadi. «Abdo Rabu es un hombre querido por los yemeníes; tanto los partidos opositores como los socios de coalición parlamentaria del Congreso General Popular –el partido gobernante– apoyaron su candidatura porque Hadi ha demostrado su voluntad de conducir al país a la democracia», insiste el diplomático. Sin embargo, el electorado se encontraba ayer dividido entre quienes ven la elección del vicepresidente como una continuidad del régimen y aquellos que consideran que el derrocamiento de Saleh es un triunfo de la revolución.
También la violencia fue protagonista en la jornada electoral. A pesar de las fuertes medidas de seguridad para garantizar la protección de los votantes, hombres armados irrumpieron a primera hora en varios colegios electorales del sur. Al menos nueve personas, entre ellas un niño de 10 años, murieron en choques entre separatistas sudistas y Fuerzas de Seguridad en varias ciudades del sur y el sureste. También murió un policía en otro tiroteo en Adén, después de que desconocidos armados atacaran unas oficinas electorales. El estallido de la violencia provocada por grupos separatistas del sur es una gran preocupación del futuro jefe de Estado, que deberá lidiar con los rebeldes para mantener la unidad del país.
Aunque pertenece a una tribu del sur, Hadi siempre ha estado a la sombra de Saleh. Su mayor desafío será ganarse la confianza de los grupos separatistas de Taiz mediante pactos con líderes tribales. Muchos habitantes del sur no simpatizan con Hadi, al que ven como una continuidad del régimen de Saleh, que ha mantenido a raya a los separatistas sudistas tras sofocar el levantamiento de 1994. El otro foco caliente es el de los rebeldes chiíes del movimiento Hutí, que controlan zonas del noroeste del país. Además de los grupos de insurrección que amenazan con la desintegración del país, Yemen se enfrenta a los terroristas de Al Qaeda, que tienen bajo control muchos de los distritos de la provincia de Abyan, en el sur. Las elecciones no se pudieron celebrar ayer en esta conflictiva provincia por la escasa presencia de las Fuerzas de Seguridad para proteger los colegios electorales. La primera página de una nueva era en Yemen se ha escrito con tinta electoral.
Un fiel escudero para pilotar la transición
El «número dos» del régimen, Abdo Rabu Mansur Hadi, de 66 años, deberá conducir al país por la senda de la democracia. Graduado en un colegio militar, Hadi se formó en Reino Unido y en Egipto, antes de regresar en 1970 a la República Democrática Popular de Yemen. Hadi se unió al derrocado Ali Abdalah Saleh en 1994, tras el breve levantamiento de los separatistas del sur, que fue rápidamente aplastado. Su fidelidad al presidente le llevó a ascender vertiginosamente.
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