Benedicto XVI

Y tú de qué te confiesas

Un «cordón» verde y con las manos entrelazadas custodia el confesionario del Parque de El Retiro en el que, hace diez minutos, Benedicto XVI ha confesado a cuatro jóvenes. «Ya sabes cómo somos los españoles...», dice una de las voluntarias que cuida la instalación. «En cuanto alguien famoso ha estado en un sitio, siempre hay uno que quiere llevarse un ‘‘recuerdo''».

El Santo Padre llegó ayer a las 9:00 horas al Parque del Retiro
El Santo Padre llegó ayer a las 9:00 horas al Parque del Retirolarazon

Poco después, los carpinteros desmontan el habitáculo, el último de la fila que copa estos días el Paseo de Coches, y que fue creado especialmente para la participación del Papa en la «Fiesta del perdón».

Poco ha trascendido sobre la identidad de los voluntarios que tuvieron el privilegio de ser confesados por el Santo Padre. Tras llegar a bordo de un coche oficial con la bandera vaticana, atendió a cuatro jóvenes menores de 30 años: una chica de nacionalidad española, otra suiza y dos chicos franceses, según algunos de los presentes en el acto. Todos ellos participaron en un sorteo para el que debían cumplir un requisito: hablar italiano, francés o alemán, idiomas que Benedicto XVI domina para la administración del sacramento.

Durante el acto, que duró unos 40 minutos –«habrán tardado de media entre seis o siete minutos», decía Jorge, uno de los voluntarios presentes–, se colocaron dos paneles para preservar la intimidad de los peregrinos. De hecho, sólo los familiares de estos jóvenes tenían acceso al lugar, donde también fueron saludados por el Santo Padre. Sin embargo, los cientos de curiosos que madrugaron para ver a Benedicto XVI pudieron vislumbrar algunos detalles pese al poderoso dispositivo de seguridad, lo que incluía el constante vuelo de los helicópteros. Y a las 10:30 horas, los peregrinos que así lo desearon pudieron acceder a los confesionarios. A día de hoy, 40.000 personas han recibido el sacramento en el Parque del Retiro. Pero fuera del escenario de la JMJ, ¿los jóvenes siguen pasando por el confesionario?

«En la vida cristiana a veces no hay consciencia del sentido del pecado. Uno cree que habla con Dios, le perdona y con eso basta», afirma el sacerdote salesiano Francisco Javier Valiente, que cree que en ocasiones prevalece la actitud de decir: «¡Pero si yo no he matado a nadie!». Con todo, «últimamente se ha recuperado su valor gracias al sentido comunitario del pecado: si yo hago algo mal, afecta a todos». El sacerdote afirma que hay que «ayudar» a los jóvenes en el momento de la confesión para que se den cuenta de que «se es cristiano también en el tiempo libre y con la familia, no sólo en catequesis». Así, las actitudes negativas en las redes sociales de internet –engaños, malos compartamientos, etc–, serían uno de los motivos principales de confesión hoy.

Encarni, peregrina de Segovia que entrevió algunos detalles del acto –«le han puesto al Papa, una repisa, donde había una botella de agua y una copa»–, cree que «muchos católicos han perdido el sentido de este sacramento, cuando la confesión es una liberación». Por ello, Encarni nos invita, tal como hizo ella, a confesarnos.


Siete horas para instalar el habitáculo
Emilio Úbeda nos pide que le hagamos una foto. «Ni me he acordado de traer la cámara», confiesa. Lógico: apenas durmió la noche del sábado al domingo. Emilio es el carpintero que se encargó de construir los confesionarios que estos días decoran el Paseo de Coches. Y tuvo que montar uno especial: el que acogió, ayer, las confesiones que administró Benedicto XVI. El carpintero y su equipo empezaron a trabajar a las 20:00 horas del sábado y no terminaron hasta las 3:00 horas del domingo. «Sólo se diferencia en el techo, con un añadido por si llovía. También están los biombos, para mantener la privacidad del Santo Padre y del penitente». Emilio quiso estar presente en el acto. «Para mí es un honor. Es un momento que no se va a repetir en la vida», dice. Eso sí, lo único que lamenta es no haber asistido al Vía Crucis. Pasadas las 10:00 horas de ayer, con el Papa de camino a la Catedral de La Almudena, el carpintero y su equipo desmontaron el escenario, como puede verse en la imagen.