Historia

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La leyenda del reinsertado

La Razón
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Nuestro ordenamiento jurídico tiende a la reinserción de los delincuentes, pero sus buenos oficios se conocen poco. De hecho, el único ex convicto reinsertado, auténticamente célebre, sigue siendo a pesar del tiempo transcurrido Eleuterio Sánchez Rodríguez «El Lute», sobre el que los periodistas de ahora apenas tienen conocimiento. Hace poco, en una entrevista en la que enseñaba un zapato viejo, se le catalogaba de hombre reformado, que se había hecho abogado, notable incorrección y absoluta falsedad.

Eleuterio no ha vuelto a delinquir, que se sepa. En tiempos le consideraron baranda de los quinquis o quincalleros de los que falsos sociólogos quisieron hacer una etnia. Los tribunales los condenaron a pena de muerte, que fue indultada por el jefe del Estado, el general Franco, y «El Lute», muy joven entonces, adquirió fama de «fuguista» al saltar del tren en marcha, aprovechando un descuido de sus guardianes. Estuvo un tiempo huido y, al final, lo capturaron, pero volvió a fugarse, esta vez de la prisión del Puerto de Santa María, considerada de alta seguridad, una Navidad en la que se cantaban villancicos y el «presunto baranda de los supuestos quinquis» aprovechó para hacer un «butrón» y saltar los tejados. Fue el enemigo público número uno, pero, una vez detenido, «El Lute», que siempre ha sido muy padrazo y familiar, decidió abandonar su vida de fuera de la ley. Aprendió a leer y escribir con fluidez, y cuando fue puesto en libertad, tras haber estado aplastado bajo una condena de mil años de cárcel, Tierno Galván lo acogió en su despacho profesional, donde cursó algunas asignaturas de Derecho.

Es posible
El caso es que en España se ignoran la vida y circunstancias de los más famosos reinsertados. Este verano se habló de Neus Soldevila, la «Dulce Neus», condenada por el asesinato de su marido, en complicidad con sus seis hijos, algunos menores de edad. Dice haber estado prácticamente en todas las prisiones españolas y ha salido sin perder el humor. Y parece haber pasado el tiempo suficiente para pensar que lo puede haber dejado. Sin embargo, tantos años después está dispuesta a retar de nuevo a la vida. Ojalá lo haga lejos de las rejas.

Otro caso excepcional de reinserción es el de Juan José Garfia Rodríguez, que durante mucho tiempo fue el preso más peligroso. Garfia pudo escapar de una furgoneta en marcha, pero acabó entre rejas. Su historial sumaba cinco atracos y el secuestro de un teniente coronel. Harto de ser un preso FIES (de especial seguimiento), decidió hacer méritos para ganar la calle. A pesar de lo grueso de su condena, ya está en libertad desde hace dos años. A sus espaldas quedan tres muertos en 1987.

Él cree que lo ha pagado. Las fotos de aquel delito son horribles: Garfia parece un lobo salvaje. Gracias a las cárceles encontró el amor ,y desde entonces, no quiere que se den motivos para seguir preso. Garfía estudió en prisión Historia del Arte y Filología Hispánica y logró que la Prensa hablara de él como un reinsertado de lujo. Ha logrado construirse una vida distinta que pretende que las rejas no se cierren nunca a sus espaldas.