Bilbao

Tres primates rescatadas de vivir un tormento

Llegaron a España de forma ilegal, fueron vendidas como mascotas y sufrieron mucho en sus hogares

Noa aún es un bebé y está recuperándose de sus heridas en un centro especializado en primates, donde empieza a socializarse
Noa aún es un bebé y está recuperándose de sus heridas en un centro especializado en primates, donde empieza a socializarselarazon

Madrid- Chafi, Lulú y Noa son tres macacas que fueron capturadas en su hábitat natural, probablemente en Marruecos, y traídas a España de forma ilegal. Aquí fueron vendidas como mascotas por un precio de entre 1.000 y 3.000 euros. El problema es que estos primates no han nacido para vivir como humanos.

El hecho de no convivir con sus congéneres se convierte en una forma de maltrato que provoca que, cuando llegan a la edad reproductora, a los cuatro años, empiecen a sufrir trastornos. «Al vivir sólo con humanos, carecen de muchas necesidades, como la de aparearse y relacionarse, por lo que empiezan a mostrarse agresivos e, incluso, se automutilan», declara Laura Riera, responsable del departamento de Fauna Salvaje de la Fundación para la Adopción y Defensa de los Animales. Cuando alcanzan esta edad, sus dueños se dan cuenta de que no pueden cuidar de ellos y piden ayuda porque el asunto les supera. Pero hay barreras para lograr reparar el daño que se le ha hecho a esta especie en extinción.

Cada uno de estos primates posee su historia. Chafi tiene seis años y cuenta con varios dueños en su haber. Ninguno fue capaz de controlarla, lo que les obligaba a atarla o encerrarla. Su último amo, que es el que solicitó ayuda a Faada, terminó encerrándola en una jaula de un metro cúbico. El pasado mes de enero, la macaca fue trasladada a un centro de recuperación de primates y ahora vive en Bilbao, su hogar definitivo.


En carne viva
Noa es aún una macaca bebé. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil la rescató y la trasladó a un centro, tras una denuncia de Faada. En el momento del rescate tenía la piel llena de llagas, pues llevaba un pañal que no le cambiaban, por lo que el roce con el pis la dejó en carne viva.

La historia de Lulú todavía no cuenta con un final feliz. Tiene cuatro años y la pareja que la tiene la trata como a un hijo: duerme con sus dueños, ve la televisión y come lo mismo que ellos. Sin embargo, ya empieza a mostrarse demasiado nerviosa, por lo que la atan y la encierran en una jaula. Desde la fundación animalista han conseguido convencer a sus dueños de que tiene que trasladarse, lo que facilita mucho los trámites. En septiembre, Lulú viajará a Holanda, a un centro en el que atenderán sus necesidades.

Estos sólo son tres de los muchos animales que son decomisados. Sin embargo, España no tiene suficientes lugares adecuados para acogerlos, por lo que son trasladados a zoos, granjas o centros privados, donde no cuentan con los medios necesarios. «No hay ningún centro de primates que dependa del Gobierno, cuando es él quien se tiene que hacer cargo de los animales que se decomisan. Es urgente la creación de un centro donde estas especies puedan convivir y adaptarse, además de un aumento del control en la frontera para evitar la entrada de estos animales», asegura Riera.