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Mercados insatisfechos

La Razón
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En contra de lo previsto por los más optimistas, la victoria de los partidos europeístas en las elecciones griegas no ha calmado los mercados bursátiles ni de deuda, especialmente los que atañen a España e Italia. La prima de riesgo española alcanzó la cota inédita de 589 puntos (aunque cerró a 574) y la italiana se disparó hasta los 477; las bolsas no corrieron mejor suerte, con caídas generales. Es evidente que si los inversores persisten en su desconfianza es porque las instituciones comunitarias no están actuando con la diligencia necesaria, empezando por el Banco Central Europeo. Es verdad que la línea de crédito de hasta 100.000 millones puesta a disposición de Madrid es una garantía para la solvencia de nuestros bancos, pero ahora la recuperación de la calma en los mercados pasa por un mayor compromiso comunitario, en especial de Alemania. Como declaró ayer el ministro de Economía, Luis de Guindos, la penalización que está sufriendo la deuda soberana española no se corresponde con la situación económica del país, de ahí que «el Gobierno está convencido de que en las próximas semanas se relajará la prima de riesgo». En efecto, pero para llegar a esa deseable situación también la máxima autoridad monetaria europea tiene que cumplir con sus responsabilidades y actuar en apoyo a las deudas española e italiana frente al acoso especulativo, como ayer reclamó en el Senado el ministro Montoro. El BCE lleva tres meses y medio sin intervenir en el mercado de deuda, pasividad que estimula los ataques a la moneda común. Da la impresión de que su presidente, Mario Draghi, no saldrá de la parálisis hasta que Berlín decida. En este sentido, hay dudas más que razonables de que la canciller Merkel dé su brazo a torcer en la cumbre del G-20, donde se enfrenta no sólo a sus socios comunitarios, España incluida, sino también a Obama. El presidente norteamericano es un firme defensor de las políticas expansivas y, como el francés Hollande, propugna menos rigorismo fiscal y más inversión para crecer. A Obama le conviene, para asegurarse su reelección en noviembre, una Europa que consuma productos americanos. Pero lo que de verdad necesita Europa es dar pasos urgentes hacia su unidad fiscal y bancaria si no quiere saltar por los aires. Ése es precisamente el mensaje de Rajoy en la cumbre mexicana. La Unión se salvará con más unidad, no estableciendo socios de diferente clase o condición por el método darwinista del sálvese quien pueda. De muy poco sirve que compartamos una moneda común administrada por un banco central si éste no se comporta como tal y se limita simplemente a controlar los procesos de inflación. La UE debe ya dar pasos en esa dirección porque el proceso de cambio normativo es largo y llena de dificultades.