Valencia

ANÁLISIS: Fueron buenos soldados por Lucas Molina

La Razón
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Madrid, otoño de 1936; el Gobierno del Frente Popular está ya en Valencia y el general Miaja se apresta a la defensa de la capital, que se ve amenazada por las tropas que se sublevaron en julio de ese mismo año, que avanzan por varios frentes. Es aquí, frente a Madrid, donde se van a estrenar los primeros combatientes extranjeros reclutados por Stalin y la Komintern para intentar que la capital no caiga en manos de Franco. Serán dos Brigadas Mixtas –la XI al mando de Kleber y la XII al de Lukacs– además de una brigada de tanques soviéticos T-26 a las órdenes de Krivoshein y un contingente aéreo al mando del general Douglas (Viktor Smushkevich) las que con su esfuerzo apoyen al resto de tropas españolas que están empeñadas en la defensa a ultranza de la capital. «¡No pasarán!» Se repetía insistentemente.

En las filas de estas tropas foráneas se integraba lo más florido de los cuadros políticos y militares de la Unión Soviética, de los partidos comunistas de Alemania, Italia y de la III Internacional.

¿Eran buenos soldados?, se preguntarán muchos. Pues había de todo, como es natural. Llegaron excelentes soldados, motivados por sus fuertes convicciones políticas antifascistas, pero también oportunistas, que veían en su participación en este conflicto una aceptable forma de salir de una precaria situación económica en sus países de origen. Hubo aventureros, románticos y luchadores por el «bien de la humanidad» y también verdaderos facinerosos, ávidos de violencia y sangre de sus enemigos. Un muestrario que evidenciaba la heterogeneidad del ideario que movía a las masas en aquellos tiempos revueltos del primer tercio del siglo XX.


Lucas Molina
Historiador

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