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CiU se niega a votar

El reloj del salón de plenos marca las doce y media y el presidente del Congreso, José Bono, llama a votar. Un grupo de diputados levanta las manos en señal de protesta y para escenificar su decisión de que no participará en la votación. Son los diez parlamentarios de CiU los que, aún habiendo pedido su portavoz turno en contra para defender su posición, protagonizan este acto inédito en la Cámara Baja.

Duran Lleida, que se mostró muy crítico con la reforma constitucional, conversa ayer con dos diputados durante la sesión en el Congreso
Duran Lleida, que se mostró muy crítico con la reforma constitucional, conversa ayer con dos diputados durante la sesión en el Congresolarazon

«Si no hemos estado en el consenso ni el diálogo, no estamos en la votación. Ellos se lo hacen, ellos se lo guisan y ellos se lo comen», dirían algunos en el patio del Congreso una vez levantada la sesión.

Su jefe de filas, Josep Antoni Duran Lleida, dijo desde la tribuna que la reforma pactada entre PSOE y PP se ha hecho con «nocturnidad y alevosía», sin contar con el resto de grupos. Y añadió que, aún siendo defensor de la estabilidad presupuestaria, no es partidario de introducirla en la Constitución porque limita la autonomía financiera y con ésta, la política y el papel de las autonomías. Pese a ello, confía en acercar posiciones durante el trámite de enmiendas, en el que su grupo participará como el resto, lo cual hace más inexplicable aún su negativa a votar la toma en consideración que ayer se sometía al parecer de la Cámara. Todo esto lo dice con un recordatorio a los dos mayoritarios de que su participación en la escritura de la Carta Magna le da legitimidad suficiente como para opinar sobre los cambios que se produzcan en ella. El texto «existe –advierte– gracias a todos y, si fuese por algunos diputados de alguna bancada, ni tan siquiera existiría», dijo en alusión al Grupo Popular. Su resumen de la reforma: «Un proceso esperpéntico que supone una ruptura del proceso constituyente». Pese a todo, el Gobierno, de mano de Manuel Chaves, hizo un llamamiento a los convergentes para que se sumen al consenso en torno a la reforma.

También el PNV criticó a populares y socialistas por «aplicar el rodillo y atropellar a las minorías, pasando la apisonadora por encima de las formas y los procedimientos». Su portavoz, Josu Erkoreka afirmó que «somos contrarios a convertir las reglas de buena gestión en normas rígidas que encorsetan y limitan la capacidad de actuación de los poderes públicos».

La izquierda minoritaria tampoco encontró argumentos para sumarse al acuerdo y sí para pedir un referéndum. Lo demandó UPyD, pero también IU y ERC. Llamazares subió a la tribuna con una pegatina en la solapa que pedía la consulta y llamó a la rebelión de los diputados. Joan Ridao (ERC) habló de imposición del BCE, Alemania y la derecha europea y avanzó que promoverá un frente para que el viernes todos los contrarios a la reforma abandonen el pleno y no participen en la votación definitiva.