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De sueldos millonarios o los galácticos de «Zoidoalcalde»
Sentencia primera: el salario medio en la capital es ligeramente superior a los 1.100 euros. Eso para quien tenga trabajo. Sentencia segunda: en Sevilla, más de 80.000 personas guardan cola cada mes para sellar el paro. Ni la primera ni la segunda casuística describen la situación del director de Fibes, Gaspar Sáez; un cargo que, en base a su sueldo y al sobrenombre acuñado por el PP en la oposición, puede denominarse «el galáctico» de Zoido. Sáez cobra casi el doble que Rajoy y más del doble que Griñán. La retribución anual del director del Palacio de Congresos es de 150.000 euros, por encima de los directivos de SEPI o Navantia. Los responsables de Emasesa (134.714), de la Gerencia de Urbanismo (127.233) y de Emvisesa (113.431 euros), por ejemplo, también podrían definirse como «galácticos». Zoido, al llegar a la Alcaldía, dijo que «si es por el bien de Sevilla, me da igual que cobren más que el alcalde». En el caso de Gaspar Sáez, el regidor aludió a la naturaleza público-privada de Fibes, que permite que se paguen estas cantidades pese a que el Gobierno de Rajoy ha aprobado un Real Decreto por el que se pone techo a las retribuciones en las empresas públicas en 105.000 euros. Propios y extraños aplauden la capacidad de Gaspar Sáez, pero eso mismo podría haber dicho Monteseirín de Marchena, el más «galáctico» entre sus «galácticos». Entonces, y en otros muchos casos, el PP censuró la falta de austeridad, de ética y de estética. Mientras la oposición se queja de lo desorbitado del sueldo, el Ayuntamiento subraya que, contando los pluses, cobrará menos que el anterior director de Fibes. Seguro, pero que se lo expliquen a los miles de mileuristas altamente cualificados de Sevilla o a sus 80.000 desempleados. El «caso Sáez», unido al presunto enchufismo en los distritos, deja una segunda lectura: en apenas nueve meses, el nuevo Gobierno de Zoido empieza a acusar ya los poco estéticos usos del viejo Ejecutivo de Monteserirín. Eso o que, a fin de cuentas, el poder, ese dulce veneno, iguala a todos los partidos.
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