Ley electoral
El PP modulará su programa para afianzar la mayoría absoluta
La dirección del PP ya ha zanjado el primer debate interno sobre el programa electoral con el que se presentarán a las próximas generales. Entre el «realismo más crudo» y el «posibilismo» –explican fuentes de Génova– han optado por este último, una vez que hasta Mariano Rajoy se ha convencido de que era mejor avanzar por este camino.
El programa no incluirá efectistas promesas sociales ni medidas que por adelantado el PP sabe que la crisis no permitirá ejecutar, pero tampoco será un «programa duro ni que lleve al desánimo porque no es lo que la sociedad quiere escuchar», avanzan fuentes de la dirección. La obsesión del equipo de Rajoy es la mayoría absoluta y estratégicamente todo estará condicionado a este objetivo último que es el único que les permitirá –sostienen– aplicar el programa de reformas que necesita España.
En Génova son conscientes de que, en el caso de que se confirmen las buenas expectativas de las encuestas, todavía no habrán llegado a la meta, sino que el camino no habrá hecho más que comenzar ya que delante tendrán un trabajo hercúleo, es decir, administrar un país casi en quiebra y adoptar, por tanto, decisiones difíciles e impopulares desde el primer día.
Por eso, el PP trabaja en la sombra en la elaboración de un profundo y amplio plan de choque que afectará a todas las áreas y que irá mucho más allá de la racionalización, simplificación y recorte de la Administración Pública o de otras medidas que el PP ya ha anunciado que adoptará en materia de austeridad o dentro de su plan de reformas. Y ese plan de choque a nivel nacional tendrá su continuidad en el ámbito autonómico. «Hay que esperar a llegar al Gobierno para saber qué es lo que realmente hace falta hacer. Además, en el Gobierno tienes muchos más instrumentos para explicarle a la ciudadanía la situación y hacer pedagogía», sostiene un miembro del Comité de Dirección.
En la dirección comparten la tesis de que tendrán que empezar a gobernar en un conflictivo marco social y que el primer año será muy duro. «Pero no nos preocupa porque el tiempo nos dará la razón. Sabemos lo que hay que hacer y ya hemos demostrado que sabemos arreglar la economía», sostienen.
El PP lleva semanas trabajando en el programa con el que se presentará a las generales, así como en la organización de la campaña electoral. La incógnita sobre la fecha triplica en esta ocasión los trabajos porque exige preparar en principio casi todo para tres posibles escenarios. El miércoles de la pasada semana hubo una reunión del comité de campaña que preside la vicesecretaria de Organización, Ana Mato, una de las tantas reuniones que se celebran ya en Génova con la vista puesta en las elecciones. Mato ha habilitado incluso la segunda quincena de agosto para continuar con los trabajos.
En la cúpula popular, por cierto, se tientan la ropa cuando se les pregunta por la victoria holgada que les pronostican las encuestas. El PSOE tiene un suelo de ocho millones de votos, recuerdan con la vista puesta en el resultado de las elecciones generales de 2000, en las que concurrió Joaquín Almunia. Y también temen que la izquierda reaccione en la próxima convocatoria con las urnas bajo el síndrome del histórico castigo que recibieron los socialistas el 22-M. «Pueden haberse asustado y movilizarse en estas elecciones, por eso no nos podemos confiar», señalan en Génova.
Ni confiarse ni dejar fuera a ningún sector social. El PP no se enfrentará, por ejemplo, al 15-M, y en su programa privilegiarán un capítulo dedicado a la regeneración política e institucional. Incluirán propuestas para despolitizar la Justicia y, en concreto, el Tribunal Constitucional; para mejorar la independencia de los organismos reguladores; o incluso una detallada reforma de la ley electoral. De esta última, uno de los principios de cabecera será garantizar que gobierne la lista más votada, con la vista puesta sobre todo en el ámbito local. De esta reforma electoral colgarán también otras posibles medidas para acercar la política a los ciudadanos, con la salvaguarda de que cualquier iniciativa en este terreno requiere del consenso con el otro gran partido nacional.
Durante dos años, los grupos han estado negociando en el Congreso una reforma de la Ley Electoral que, finalmente, quedó en una modificación descafeinada por la falta de acuerdo. Esta realidad no impedirá que vuelvan a repetirse los gestos y los guiños a la ciudadanía en los programas de las próximas elecciones, aun sabiendo que más que posiblemente se quedarán en cantos de sirena. Respecto a las listas abiertas, en Génova sí admiten que es prácticamente imposible hacerlas compatibles con nuestro sistema proporcional. Hay dirigentes con silla en «maitines» que ven con buenos ojos la idea de mejorar la representantividad de algunos partidos en función de las elecciones, es decir, atender algunas de las reivindicaciones de IU. Pero en el otro lado de la balanza están los nacionalistas y las consecuencias políticas de esta medida, por lo que la decisión no está tomada.
CiU no descarta apoyar una moción de censura para precipitar elecciones
El portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, manifestó ayer que no descartaría respaldar una moción de censura para precipitar un anticipo electoral. No obstante, Duran subrayó que está convencido de que esa posibilidad es muy improbable porque a lo largo de tres años ha habido sobradas razones para presentar una moción y el PP no ha tenido «coraje político» para hacerlo, así que duda mucho de que ahora se produzca. Duran, en declaraciones a TV3, explicó que sopesaría apoyar la moción de censura, siempre y cuando el candidato a sustituir a Rodríguez Zapatero no fuera Mariano Rajoy y su único objetivo fuese convocar elecciones. El portavoz de CiU considera que las elecciones deberían ser en noviembre, si el Gobierno no hace más reformas.
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