Crisis del PSOE
Sondeofobia
Rubalcaba siente ya el vértigo de la derrota. Se sabe tocado y hundido. Sólo así se explican las desmesuradas, desesperadas y falaces reacciones a unos sondeos que simplemente revelan que el descalabro del socialismo debe ser histórico el próximo domingo, porque inaudita es la fotografía de la ruina, la involución y la parálisis con la que se lacra un álbum de dos legislaturas de gobierno. Es un disparate sostener que en cada esquina hay un puñado de indecisos, que todos ellos votaron en las últimas elecciones al PSOE, que si son convenientemente azuzados se les llevará a las urnas, que finalmente se decantarán en masa por la papeleta del puño y la rosa y que el abracadabrante corolario será el triunfo por sorpresa frente a un descolocado Rajoy. Dar por sentado que esta cadena de fenómenos causa-efecto se cumplirá de la A a la Z es pensar que acontecimientos de naturaleza paranormal terminarán decantando el signo del futuro inquilino de La Moncloa. ¡Seamos un poco serios, por favor! El presidente saliente, otrora genio de León, proclamó en su toma de posesión que la clave de su éxito sería permanecer atento al sentir de la calle y actuar en consecuencia. El incumplimiento del principio le abrió con el correr de los días su tumba política. Y hoy Rubalcaba, convertido en un extravagante y sui generis epígono del zapaterismo, lleva el mismo camino. Las encuestas son sencillamente el epitafio anticipado de su carrera política. Los españoles, candidato Alfredo, ni le quieren ni le necesitan. ¡Qué se le va a hacer!
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