Segovia
El tarro de las esencias con menos CO2
En la fábrica SGD hacen frascos para perfumes con el mimo de antaño y la tecnología más avanzada
El gesto de ponerse colonia puede relacionar a mucha gente con La Granja de San Ildefonso, en Segovia, cuyo territorio, en el que está el Monte de Valsaín, aspira a ser reconocido como Reserva de la Biosfera. En ese entorno se ubica la fábrica de vidrio SGD La Granja, con más de 250 años de historia. En este tiempo ha cambiado de propietarios, de nombre –hoy forma parte del grupo francés homónimo– y también de emplazamiento, aunque esto sólo unos cientos de metros.
De sus hornos salen, al año, 22.000 toneladas de vidrio en forma de frascos para perfumes, tarros para cremas, además de 8.000 toneladas de aisladores eléctricos y 9.000 de bloques de vidrio para construcción. En los dos primeros productos están «en muy buena posición mundial», afirma Manuel Hurtado, director general de la empresa. La compañía da trabajo a 500 personas, lo que la convierte en la que más personas emplea de la provincia de Segovia. Cambio de energíaEn SGD la producción se realiza «utilizando la mejores técnicas disponibles», dice. Es cierto que para producir vidrio «se consume mucha energía y se emiten gases –reconoce Hurtado–. Pero las tecnologías actuales han reducido nuestras emisiones». De hecho, de las 46.392 toneladas de CO2 que tienen asignadas, este año calculan que emitirán 37.000. El cambio de energía para alimentar los hornos (de fuel oil a gas), ha permitido llegar a una situación en la que «todos ganan: la empresa, porque es más barato, y el medio ambiente, al ser más limpio», dice. Asimismo, el uso de «mecheros de bajo índice de óxido nitroso (NOx), frente a los de fuel o gas, ha reducido a la mitad las emisiones de NOx. Y, desde luego, se recupera al cien por cien todo el casco de vidrio que se genera aquí y que por razones de calidad u otras no sale al mercado», añade.
Los dos hornos de la fábrica «trabajan ininterrumpidamente las 24 horas los 365 días al año durante su vida útil, que es de ocho años. Pasado ese tiempo, se construye uno nuevo», explica. «Su diseño –prosigue– permite obtener un ahorro de energía. Los quemadores están dispuestos en herradura y funcionan alternativamente durante 20 minutos. El calor generado se recupera en una cámara hecha con ladrillos capaces de almacenarlo y luego ese aire caliente se devuelve al horno, donde ya se necesita menos combustible para calentarlo». Hurtado tiene claro que «no es incompatible la existencia de la fábrica en una posible Reserva de la Biosfera, porque formamos parte del modelo económico de la zona desde hace dos siglos. El equilibrio está en ser capaces de hacerlo del mejor modo posible ambientalmente».
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