Feria de Bilbao

Cinco años de crianza para esto

Quinta de Fallas. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, bien presentados. Buenos, de calidad y para el buen toreo, 2º, 3º y 5º; exigente y de triunfo el 6º. Malo el 4º y deslucido el 1º. Media entrada.- Curro Díaz, de verde botella y oro, media, descabello (saludos); estocada (saludos).- Matías Tejela, de blanco y oro, tres pinchazos, aviso, estocada (silencio); estocada baja y tendida, aviso (oreja).- Rubén Pinar, de verde hoja y oro, pinchazo y estocada buena (saludos); dos pinchazos, media, estocada, aviso (silencio).

Curro Díaz volteado sin consecuencias por el cuarto de la tarde
Curro Díaz volteado sin consecuencias por el cuarto de la tardelarazon

La rabia fue creciendo por momentos. Si el deporte nacional es la crítica, el manido tópico de decir que los toros no embisten, a Ricardo Gallardo, o lo que es mismo, Fuente Ymbro, le embistieron ayer cuatro de seis. Corridón de toros, por fuera y por dentro. Cuatro grandes toros para iluminar un invierno. Segundo y cuarto tuvieron el temple, la luz divina de la nobleza, la largura infinita en la embestida, la transparencia en las ideas y la suerte de hacerlo en una plaza de primera y en los albores de la temporada. ¡Ni pactado con el de arriba! Toros para arreglar un año y recomponer una vida. Verlos embestir era una delicia en sí. Un milagro.

Pactar con el diablo fue acabar así la tarde. Rabia sentíamos por dentro, como si nos robaran algo. Fuente Ymbro había servido el toreo en bandeja y ahí había quedado con el culo al aire, perdón por la expresión, solo y al descubierto. No quedó la cosa en el lote divino. Salió un tercero, quizá no tan rotundo, pero toro bueno, descolgado el cuello siempre en el encuentro, entregado al cite, al viaje eterno... Y ese sexto, guinda del pastel, no nos habíamos repuesto de la intensidad del quinto. Cuando la realidad amarga, la imaginación vuela... Lo que podría haber sido... Y quiso ese toro, el que cerró plaza, captar de golpe toda la atención. Era toro importante, en otro estilo, exigente, con cierto picante, casta, pero fuenteymbro de triunfo, de los que siempre definieron los momentos clave en la carrera de los toreros. Un antes y un después. Bien, dicho queda... Con la cabeza baja salimos de la plaza.

 Al otro lado del abismo cortó Matías Tejela una oreja del quinto. Triste balance para lo arriba relatado. Sobró electricidad faltó reposo. Otra historia. Otro tiempo. Otros argumentos ante ese material. Torear, disfrutar, dar sentido a una profesión que se pierde en el tiempo para reencontrarse justo ahí. Esa íntima relación entre toro y torero que nos llena a los demás por dentro. Emoción, belleza estética... qué sé yo. No logró encajarse tampoco con el segundo y de tanto ayudarse contra el viento, se le fue la ocasión.

Rubén Pinar tiró de su repertorio entusiasta, pero lejísimos del toreo auténtico, y lejos del toro también. El sexto le desbordó. Y de ese triunfo importante que pudo ser nos quedamos con el silencio. Si no se apuesta no se gana. Buena resultó la estocada al tercero. Por derecho y en lo alto. Ojalá hubiera sido todo así.

Curro Díaz se llevó la imagen trágica de la tarde al entrar a matar al cuarto, pero, al parecer, sin consecuencias. Anduvo ligero con el primero que se rajó y se empleó menos y discreto con el cuarto, muy flojo y protestón. Vaya amargura tenía que llevar el ganadero por dentro. Cinco años mimándolos, ¿para esto?