Europa

Berlín

Alemania principal escollo en la salvación de la UE

El respaldo del Bundestag al fondo de rescate maquilla el perezoso liderazgo germano a lo largo de la crisis

Decenas de miles de trabajadores se manifestaron ayer en Lisboa y Oporto contra las medidas de austeridad del Gobierno conservador luso
Decenas de miles de trabajadores se manifestaron ayer en Lisboa y Oporto contra las medidas de austeridad del Gobierno conservador lusolarazon

BRUSELAS- Bruselas. Si una imagen vale más que mil palabras, la fotografía de la canciller alemana, Angela Merkel, con una sonrisa triunfal, rodeada calurosamente por sus diputados, que aprobaron el pasado jueves en el Bundestag el reforzamiento del fondo de rescate europeo, ilustraría no sólo el compromiso europeo de la alemana con el euro, sino también un liderazgo a prueba de balas dentro y fuera de sus fronteras. El voto «manda una señal muy fuerte a Europa, a América y a los mercados financieros de que Alemania está dispuesta a asumir su responsabilidad» en la crisis del euro, dijo el jefe de su grupo parlamentario (CDU/CSU) tras el voto.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Porque más que dar respuestas a la enfermedad que mantiene a la eurozona en un estado febril, la locomotora de la zona euro y polo de referencia en la construcción de la Unión está generando preguntas. «¿Por qué Alemania no quiere salvar al mundo?», se pregunta en enormes letras «Time» en su portada europea, subrayando el impacto de su perezoso liderazgo en el planeta. «¿Está preparada Alemania para aplicar un liderazgo audaz?», añade por su parte Thomas Kleine-Brockhoff, del centro de análisis German Marshall Fund.

Porque la respuesta europea a la Gran Recesión, que se ha terminado convirtiendo en una crisis del euro, ha generado críticas en cascada, primero por parte de los analistas y ex dirigentes europeos, y más tarde del FMI, EE UU y los países emergentes. Y criticar el liderazgo en la UE es, básicamente, señalar a Berlín.

Con la excusa de «nunca malgastes una crisis», el Gobierno de Merkel ha tenido muy claro que la cura para los males que sufre la eurozona, sobre todo arrastrada por los «derrochadores» socios mediterráneos, es austeridad, para generar estabilidad, ganar confianza y así recuperar el crecimiento. Para ello, ha impuesto, primero descaradamente y luego camufladas tras un «pacto por el euro», las reformas por las que tuvo que pasar dolorosamente hace diez años para convertirse en la potencia que es hoy. Sin embargo, como señala Kleine-Brockhoff, «la contradicción central de la respuesta alemana a la crisis es su insistencia en el largo plazo a costa del corto plazo. De hecho, algunas respuestas alemanas han hecho la resolución de la crisis más difícil», comenta. En resumen, la dosis está matando al paciente, sin importar que la medicina sea la apropiada.

Más aún, Alemania ha ido siempre dos pasos por detrás en la toma de decisiones frente a lo que las circunstancias exigían desde el año pasado, frenando así al resto de sus socios, haciendo no sólo más onerosas, sino en algunos casos ya inservibles, las soluciones que se tomaban. Sucedió con el primer rescate de Grecia, con la creación del fondo de rescate, con el refuerzo de sus capacidades y ahora también con su apoyo de los eurobonos, llamados a ser el blindaje definitivo para el euro.

«Si el euro falla, Europa fallará», ha repetido Merkel como un mantra en los últimos días para arengar a una población con sentimientos cada vez más encontrados hacia la moneda común. Pero ha sido la propia Alemania la que precisamente tiene gran parte de culpa en el error del diseño original de la unión monetaria europea que ha sido cómplice de la crisis actual.

Fuertes resistencias
Se opuso a un gobierno económico para el euro por miedo a que pudiera hacer sombra a la sagrada independencia monetaria del BCE, un pecado original al contar con estados miembros tan dispares; debilitó en 2004 las reglas del Pacto de Estabilidad, junto con Francia, las únicas normas capaces de mantener cierta disciplina fiscal en la UE; y ahora se ha resistido, junto con la mayoría de los gobiernos, a introducir más automatismo en las sanciones del nuevo paquete de gobernanza económica, como finalmente ha conseguido la Eurocámara.

El voto del jueves fue el más importante desde que Merkel llegó a la cancillería en 2005, pero un paso pequeño aún para todos los que debe dar en la salida de la crisis. El camino es largo, pero puede que el gigante alemán se haya echado al fin a liderarlo.


PROTESTAS EN PORTUGAL POR LOS RECORTES
Decenas de miles de trabajadores se manifestaron ayer en Lisboa y Oporto contra las medidas de austeridad del Gobierno conservador luso, en la primera gran protesta sindical contra la política de Pedro Passos Coelho. El mayor sindicato luso, CGTP, intentó demostrar su fuerza en la calle en la misma semana que los conservadores cumplieron sus primeros cien días en el poder. El sindicato anunció «una semana de lucha».