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In memoriam

La Razón
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A cabo de perder a un amigo, de los buenos, de los que siempre estaban cuando lo necesitabas. Leonés de nacimiento, cursó la carrera de medicina en una España, la de posguerra, en la que no era fácil salir adelante. Cursó la especialidad de cardiología y, tras ejercer unos años, decidió especializarse en Pediatría, pues decía que los cardiólogos jamás pueden curar las enfermedades de su especialidad, solo paliar sus efectos y mejorar la vida de los enfermos con estas patologías. Como pediatra, ejerció durante años y fue un médico sabio y con un enorme sentido común. El lunes pasado titulé mi columna «Líderes sociales» y hablé de dos excelentes médicos. Hay otras figuras de la medicina española que podrían figurar en este elenco de líderes, unos más conocidos que otros, pero que ejercen su labor con enorme profesionalidad y, a veces, con grandes dificultades. La salud y la educación son dos pilares básicos sin los que es imposible hablar de estado de bienestar y de sociedad desarrollada. Y, en España, seguimos pidiendo notas desorbitadas para que nuestros alumnos puedan cursar la carrera de medicina, lo que hace muy difícil esta opción para muchos estudiantes que manifiestan esta vocación. Cuando mi amigo Pepe cursó su carrera, su selectividad fue el hambre y la dificultad para comprar libros. Todo ello lo superó con esfuerzo y con ese carácter que las tierras de Santa María del Páramo imprimen en sus naturales. Llevaba treinta años sobrellevando un infarto cerebral que, al final, lo ha derribado. Lo echaremos mucho de menos, no sólo Mari Carmen, su mujer, persona también extraordinaria, sino todos los que lo hemos tratado. Descanse en paz.