Sevilla
Las Letras clama contra el «otoño caliente»
El paso del 25-S deja hasta un 12 por ciento de cancelaciones en los hoteles del barrio del Congreso. Los comercios alertan de las pérdidas por los cortes de calles y advierten: «Van a convertirnos en un gueto»
Madrid- De las 2.180 manifestaciones que, en lo que va de año, se han celebrado en la región, la gran mayoría se han producido en el centro de la capital. «Todos quieren acabar en Sol –señalan desde la Delegación del Gobierno– porque esperan que así tenga más repercusión su protesta». El resultado es que, casi a diario, los vecinos y comerciantes del centro de la capital tienen que sufrir, en mayor o menor medida, la llegada masiva de personas con el ánimo soliviantado a la puerta de sus casas o negocios. A esto se añade la mirada estupefacta de los turistas que, día tras día, presencian las concentraciones en los lugares más visitados de la ciudad.
Vecinos hartos
Como todos los madrileños, lo primero con lo que se encuentran los vecinos es el ruido y la suciedad que provocan los cientos de personas que acuden a manifestarse a Sol y sus alrededores. Por pacífica que sea la protesta, siempre deja un rastro de basura que los servicios de limpieza deben recoger y los ciudadanos, sufrir.
Pero lo peor son los cortes de circulación. «El 25-S no pude volver a casa a comer. Tengo una plaza de garaje y me impiden entrar en mi propia casa por las manifestaciones», se queja Rocío, vecina de Huertas, que debe enseñar el DNI hasta para cruzar la calle cuando el centro está tomado. «Mi marido no pudo salir de casa con mi hijo a pasear en ningún momento el sábado, por la cantidad de gente que había en la calle protestando. Están echando a las familias del centro», denuncia. Todo ello sin contar con los disturbios en los que han concluido algunas manifestaciones.
Comercios cerrados
Después de vivir la «toma» de la Puerta del Sol durante el 15-M, los comerciantes de la zona ya están más que hartos de protestas. Tanto que muchos de ellos prefieren no «mentar a la bicha» para evitar la mala imagen de la ciudad que afectó profundamente a sus ventas. Sin embargo, hay otros que, hartos ya del acoso constante de las marchas de protesta, reclaman un cambio en la legislación para que el centro no se convierta en una «concentración continua». «No tenemos derecho a la libre circulación ni al libre negocio –se queja Andrés, de la Asociación de Comerciantes del Barrio de las Letras–. Van a convertir la zona en un gueto».
Al margen de los destrozos que algunos energúmenos provocaron estos días en las calles aledañas al Congreso, Andrés reclama especialmente que el cierre de las calles provoca que algunos negocios hayan perdido el 100% de la recaudación los días de las protestas.
Por ejemplo, José Manuel, encargado de la cafetería Faborit de Sevilla, aseguró a Europa Press que el 25-S tuvo que cerrar a mediodía. «Abren las vallas, pero las limitan; dejan un hueco pequeño para que la gente pase, pero identificándose y así coartan el libre paso», apunta.
Igualmente, Adolfo, encargado de Las Cubas del Marqués, añade que el cierre de las calles es la puntilla que les faltaba en plena crisis económica. «Nos están machacando de mala manera porque estamos facturando un 50% correlativo a lo que estábamos facturando hace dos años. Aquí viene gente de la oficina y los turistas que suben de El Prado a Sol, pero al estar cortado en Neptuno se van por Cervantes o Cibeles, por lo que esta zona la dejan abandonada», se lamenta.
Al menos esta vez tienen un contacto mayor con la Delegación del Gobierno, que se reúne todas las semanas con los comerciantes para buscar soluciones. «Madrid es amplio, deberían redistribuirse las manifestaciones para que no se degrade la zona», explica Andrés, cuya asociación ha pedido a la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, que intente desviar el mayor número de concentraciones posible del centro de Madrid.
Hosteleros en caída
«Más que hablar del daño económico, es el que se hace a la imagen de Madrid y España en el extranjero», señala Guillermo Palacios, gerente de varios hoteles junto al Congreso de los Diputados, que, durante las protestas de la última semana, escuchó a clientes norteamericanos e ingleses asegurar que «sabían que España llevaba cinco meses con guerrillas en Madrid» o a un turista colombiano preguntando si «en las manifestaciones de aquí muere gente». «En otro hotel, en el que estaba alojado un grupo de estudiantes estadounidenses, uno de los padres llamó para ver si tenían suministros suficientes», apunta, y considera que, lejos de parecer una broma, «refleja el efecto devastador al turismo que están provocando las protestas».
Los hoteles que regenta Guillermo sufrieron entre un 10 y un 12 por ciento de cancelaciones de reservas, sobre todo por clientes que no tuvieron manera de llegar hasta el centro. Según denunció la Asociación de Empresarios de Hostelería de Madrid, en lo que va de año se ha reducido en un 7,90% el número de pernoctaciones respecto a 2011. «Una parte de ese descenso hay que achacarlo a la imagen de inseguridad que traslada una ciudad en la que diariamente se producen manifestaciones», apuntan.
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