Crisis en el PSOE
Por qué R es un bluff
No lo tiene difícil Francisco José Alcaraz, que ya prepara una campaña para denunciar las tropelías del ministro del Interior, que ha ultrajado con más intensidad y en menos tiempo que ningún otro a las víctimas del terrorismo. Esa mancha es ya indeleble en el expediente del aspirante R. Y lo es porque, como tantas otras, ya no podrá ser borrada. Son demasiados años, excesivas sus fechorías y muy visibles, por decadentes y penosos, los resultados que ha dejado a su paso por los despachos del poder.
De forma cuasiperfecta, y seguramente sin que hayan reparado en absoluto, en Ferraz acaban de encumbrar con toda la fanfarria a un perfecto bluff. Por concretar, porque es el candidato del engaño, de la desilusión, de la fanfarronada, de la jactancia, de la baladronada, de la apariencia, de la bravata y del farol.
Por seguir concretando, porque se le está intentando revestir de un prestigio que adolece de falta de fundamento. Por rematar, porque se le ha convertido en protagonista de un montaje propagandístico que, aún a medio organizar, ya se revela falso.
Hasta el punto asistimos a un gigantesco embuste, el de una renovación populista y radical, que hasta Zapatero ha podido detectarlo a tiempo para frenar la continuidad del señor R. en la vicepresidencia política.
En efecto, la agenda utópica, antisistema y hasta bananera que pueda presentar el candidato bluff en las próximas semanas no es que sea incompatible con la regeneración patriótica que será impulsada con urgencia y determinación por el futuro Gobierno de España, es que choca bruscamente con la perentoria tarea de reformas que el interino presidente tiene que acometer antes de ser justamente desahuciado. Los experimentos del químico de Solares, ¡qué cosas!, ya no cuelan ni entre sus parroquianos.
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