Barcelona
Sergio Ramos no puede con todo
Era el único central en la alineación de Del Bosque y también fue el único goleador de España. En la segunda parte fue el sostén del equipo atrás
Madrid- España juega sin delantero y sin defensas de verdad, pero no importa porque incluso los pocos hombres atrás que alinea Vicente del Bosque quieren ser delanteros. Como Sergio Ramos. La presencia del central de «La Roja» era dudosa antes del comienzo del encuentro. El lunes se guardó en el gimnasio en lugar de entrenarse junto al resto de sus compañeros. «No haremos nada que perjudique al jugador», advertía el seleccionador en la previa.
Perjudicar al equipo hubiera sido dejarlo sin Sergio Ramos, uno de los mejores defensas del mundo. Y una de las mejores armas de España en el juego aéreo. Sin Puyol, a España le queda sólo el alma de Sergio cuando el balón vuela desde el córner. Con la cabeza mandó el balón al poste y con el pie remató su plan. Cuando los partidos se le atascan, a España también le queda la estrategia, una de las aportaciones de Toni Grande, el segundo de Del Bosque, a la grandeza de «La Roja». Aunque a España le gusta que la pelota corra y entienda las jugadas de estrategia como un mal necesario, también sabe aprovecharlas. Lo hizo en el Mundial de Suráfrica, en la semifinal contra Alemania con el gol de Puyol, y volvió a hacerlo ayer.
Después del gol llegaron las acrobacias para celebrarlo. Pero en la segunda parte, las piruetas tuvo que hacerlas en el fondo. Llegaba a todas, estaba en todos los sitios. Sergio Ramos fue el goleador, pero además, el que sostenía a España en la retaguardia cuando Francia más apretaba. Porque el equipo de Deschamps se estiró en la segunda mitad y el central español ya no tenía espacio para las alegrías, aunque volvió a intentarlo en un córner. La defensa reclamaba todas sus energías, toda su atención. Ramos se dejó la vida por cada balón. Hasta que no pudo más y, con Francia volcada y sin tiempo para reaccionar, llegó el empate de Giroud. Un tanto precedido de un error de Juanfran, el lateral derecho del Atlético que ayer se presentaba con «La Roja» ante su afición. Ramos no puede con todo. «Se te queda cara de tonto a después del trabajo hecho y de casi tener los tres puntos», confesó al final del partido.
De «La Marsellesa» a Torres
«La Marsellesa» no se escuchó en el Vicente Calderón. El mismo estadio que hace unos meses escuchaba los silbidos de las aficiones del Barcelona y del Athletic Club de Bilbao contra el himno de España en la final de la Copa del Rey, se encontró con un mal recibimiento para el rival de España. Probablemente los mismos que pitaron ayer se quejaran de que la Marcha Real fuera inaudible a finales de mayo. Los pitos duraron lo que tardó el himno español en comenzar a sonar.
Los pitos, entonces, dejaron paso al clásico «Lolololó», la «letra» que acompaña a la sintonía de «La Roja» antes de los partidos. Y, más tarde, a los aplausos para Casillas. La afición de España demostraba el apoyo a su capitán ahora que se le discute casi todo. «Iker, Iker» se oía cada vez que tocaba la pelota.
España se sintió cómoda en su casa. El Vicente Calderón era el campo de todos, aunque aplaudió especialmente la entrada de Juanfran en el campo. Era un avance de lo que esperaba a la salida de Fernando Torres. El estadio comenzó a gritar su nombre de forma casi unánime cuando «El Niño» salió a calentar y se rompió las manos cuando entró por Iniesta. Andrés también recibió su cuota de cariño, porque el Calderón ayer era de todos los internacionales. Aunque un poco más de Torres. Por fin, cinco años después de su salida del Atlético de Madrid, del club de su vida, pudo volver a pisar el césped del Calderón como futbolista. 1.976 días han pasado desde entonces. Toda una vida.
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