Crisis política en Italia
Un pollo sin cabeza
A los socialistas franceses les han cambiado las reglas de juego a mitad del partido. Es un hecho que había partido para jugar, para pelear y, por qué no, para rematar a Nicolas Sarkozy. Y es un hecho que las reglas se han alterado, y que se ha desmoronado ese escenario que terminaba sin grandes sobresaltos con Dominique Strauss-Kahn coronado como el candidato de la izquierda.
Ahora esa izquierda queda herida, fraccionada, enfrentada internamente y, bajo la apariencia fantasmal de la calma, intenta correr no sabe muy bien en qué dirección. Quizá porque hay muchos caminos, y porque el que decida recorrer Martine Aubry no tendrá mucho que ver con el de François Hollande, ni con el de el ex primer ministro Laurent Fabius, ni con el de Bertrand Delanoë, ni con el de Ségolène Royal si vuelve a la carga.
Se les cae de la baraja a los socialistas un as a cuyo poder y a cuya influencia, en la República y en la vieja Europa, se encomendaba una parte sustantiva del aparato del partido. Y se les abre un proceso de descomposición que por la cuenta que les trae deberán dilucidar más pronto que tarde. El Napoleón de bolsillo al que muchos siguen menoscabando les ha vuelto a meter, sin sudar la camiseta, cuerpo y medio en la carrera para las elecciones presidenciales de 2012.
También se le cae a la izquierda, incluida la española, un falso mito. El de la moral como patrimonio vinculado a una ideología. Ése por el que muchos siguen pensando que el tarambana primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, corría como un pollo sin cabeza a la caza de sus velinas, pero que al pobre DSK se le metió una camarera en su dormitorio, y encima era una morena irresistible.
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