Nueva York
El inodoro criminal y otras razones para denunciar a tu restaurante
La presencia de visitantes desagradables en la sopa no es, ni mucho menos, el único motivo para denunciar a un local de restauración. Aquí hay algunos de los más estrambóticos, no aptos para clientes especialmente susceptibles.
Quien más quien menos ha estado tentado alguna vez de hacer caso al cartel de "existen hojas de reclamación a disposición del cliente", y muchos habrán dado el paso de denunciar al restaurante que les ha dado un servicio defectuoso o, simplemente, no guarda las mínimas condiciones higiénicas.
Lo realmente difícil es hacerlo por los motivos que esgrimieron los clientes que vienen a continuación. Todos ellos convencieron a la Justicia para que les compensara económicamente, aunque en algunos casos pueda parecer increíble. En el ranking, recopilado por la revista PlanetaJoy hay de todo:
1. Culpable por hacer engordar al empleado: la Justicia brasileña ordenó en octubre de este año a una multinacional de hamburguesas a pagar 17.500 dólares a un ex empleado por "haberlo forzado a engordar 30 kilos"durante sus 12 años de trabajo. El ex gerente aseguró que se sentía obligado a probar diariamente los productos para garantizar su calidad.
2. Escupe a su novio, se cae y la indemnizan: Amber Carson demandó a un restaurante de Pennsylvania tras resbalar con una bebida derramada en el suelo y lastimarse la espalda. No era otra cosa más que el trago que ella le había arrojado en la cara a su pareja, media hora antes, en una pelea. Recibió 113.000 dólares.
3. El váter criminal que atrapa los testículos: las vacaciones de 1999 fueron una tragedia para el canadiense Edward Skwarek. Sus partes íntimas quedaron aplastadas entre la tabla y la taza de un inodoro defectuoso, en el baño de una reconocida cadena de café, en Nueva York. Además de dolor, le provocó discapacidad sexual, dijo, y reclamó nada menos que 1,5 millones de dólares. Su esposa pidió otros 750.000 por haber sido privada de los servicios conyugales.
4. Propinas sin autorización: el dueño de un restaurante de Plaza Navona, en Roma, fue acusado de estafa por una pareja de japoneses, en junio de 2009. ¿Por qué? Comprobaron que les cobró el menú a un precio que no era el de la carta: 580 euros, más una propina de 115,50, que cargó a la tarjeta de crédito sin autorización.
5. Una carrera calórica: el dueño del restaurante Heart Stoppers (algo así como "los que frenan el corazón"), en Estados Unidos, inició una batalla legal contra la parrilla Infarto, por plagiar su menú letal. El punto de discordia era su hamburguesa "Cuádruple Bypass", cuyo atractivo se basaba en el mismo concepto ultracalórico y mortal de las "Hamburguesas Médicas", que servía la competencia.
6. Un preservativo en mi sopa: Laila Sultan saboreaba la sopa crema de almejas, en un restaurante californiano, cuando masticó lo que pensó era un calamar… y era, nada más ni nada menos que un preservativo. La demanda terminó en un acuerdo con la empresa, que permaneció bajo estricta confidencialidad, en enero de 2004.
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