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Despiertos unidos y convencidos por José Clemente

La Razón La Razón

Llegar a puerto o llegar a buen puerto siempre es una agradable noticia para los hombres del mar y las familias que les aguardan o los pueblos donde moran. Gobernar una nave en plena tormenta en un mar de arrecifes no es cuestión baladí. Se ha de ser muy buen patrón para asumir tan alta responsabilidad, y más aún cuando se trata de uno de esos periodos egipcios en los que tocan vacas flacas. Por eso me perece inteligente que Mariano Rajoy haya reunido a todos los presidentes territoriales del PP con el fin último de impartir tres claras directrices: Unidad granítica como imagen, porque no se puede discrepar como se hizo en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) del pasado 12 de julio, máxime cuando el ciudadano necesita confiar más que nunca en sus dirigentes políticos. En segundo lugar estaba el cumplimiento con el objetivo del 1,5 por ciento de déficit para 2012, lo que conlleva nuevos ajustes donde ya se había metido antes la tijera de podar. Y en tercer y último lugar, no cruzarse de brazos a la hora de dar cuantas explicaciones sean necesarias a quienes las reclamen, que casi siempre suelen ser los sufridos ciudadanos.

Me parece bien ese toque de arrebato con tan larga sobremesa orquestado por Rajoy para acallar el miedo escénico que parece apoderarse del PP a estas alturas de partido, en víspera de la reunión clave de ayer del CPFF, que concluyó dentro de lo previsto por todos, incluida la deserción nacionalista catalana y la ausencia de Andalucía, comunidades que justificaron su ausencia con la garantía previa a Rajoy de cumplir con el objetivo del déficit para este año y el 0,7 para 2013, imposiciones que, dicho sea de paso, debimos asumir en su momento como hicieron todos nuestros vecinos. Cataluña se ahorra el feo de un Consejo en el que todos estaban cerrando filas, pero no el de acogerse al fondo de liquidez abierto por el Gobierno para quienes no pueden hacer frente a sus deudas más inmediatas. Hoy mismo transcendía que Cataluña dejaba de pagar hospitales y centros asistenciales, una medida difícil de adoptar por la Generalitat de Artur Más, porque va directamente contra el Estado de Bienestar y que afectará, además, a unos 100.000 trabajadores.

La salud del euro está en estos momentos por delante de la salud de muchos dirigentes europeos, de ahí que se haya tenido que escenificar la foto del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, ya que la caída de la moneda común europea destrozaría de lleno las posibilidades de reelección del presidente, Barack Obama, y trasladaría la patata caliente de la crisis al lugar de donde vino. Y nadie está por eso, sino por despejar el horizonte sobre nuestras maltrechas cuentas que necesitan llegar, y no de cualquier manera ni a cualquier precio, a las reuniones previstas para esta semana en Madrid, Mario Monti, y más tarde en Europa para cerrar las condiciones del crédito y asegurar la intervención del BCE llegado el caso. Y España no podía aparecer en esa recta final ni ojerosa ni excesivamente preocupada. Debe estar más despierta que nunca, más unida que nunca y, sobre todo, más convencida que nunca, que es al menos lo que esperan ver de nosotros. Por eso hay que llegar a buen puerto.

 

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