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Bucear en Tulum por Ramón Arangüena periodista

Bucear en Tulum
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Yo dejé de fumar para poder bucear a pleno pulmón. Gracias al buceo en apnea he conocido islas como Malta, Cerdeña o Cozumel. He buceado entre ballenas en Canarias a diez millas de la costa y disputado olas con los delfines en Galicia. He acariciado tortugas en Ibiza, jugado entre bancos de sepias en la República Dominicana o desperezado a tímidas morenas en la isla de Tabarca; pero un lugar que recomiendo para visitar con un tubito y unas gafas son los cenotes de Tulum, en México. Existe vida al sur de los mega-hoteles de la Riviera Maya. Hay preciosas playas con cabañas en las orillas. Y de espaldas al mar, en la selva, se encuentran inmensas cavidades a cielo abierto llenas de agua donde accedes por poco dinero. El agua limpia surcada de vida está repleta de estalactitas que atraviesan la superficie. Tomar aire, colocar la mano debajo de una de ellas y mirar desde el fondo la inclinación de los árboles sobre la salida de la cueva es una experiencia tan gratificante como bucear en la cercana isla de Cozumel. Si te encuentras en Tulum, acércate también a esta isla. Allí durante una semana alquilé una moto para ir de cala en cala. El día en el que la devolví la dueña de la tienda de alquileres me preguntó: «¿Es usted español como dice su pasaporte, verdad?» Sí, le comenté. «¿Tendría un ratito para platicar conmigo?» Continuó. Le dije que sí, por supuesto. Después de tomar asiento y ponerme un refresco en la mano me preguntó muy intrigada: ¿Para qué sirve un rey? No pude por menos que responderle que todo tiene sus ventajas e inconvenientes y a punto estuve de quedarme otra semana más, porque al final en este país lo que de verdad te engancha no son sus peces, sino los que los pescan.