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Alimentación

Ciruelas: Sacian y mejoran el tránsito intestinal

Uno de sus componentes, el sorbitol, es el responsable de conferirle un suave efecto laxante. Por su riqueza en betacarotenos son un potente antioxidante, protegen frente a las enfermedades cardiovasculares y los daños nocivos del sol. Son agua en un 86 por ciento, perfectas para cuidar la línea y combatir el calor.

Ciruelas: Sacian y mejoran el tránsito intestinal larazon

Amarillo, verde y rojo protagonizan, este año, los colores de la temporada al menos en lo que a las frutas se refiere. Atrás se quedaron las tonalidades más apagadas propias de los meses de frío para dar la bienvenida a las ciruelas y, con ellas, la inminente llegada del verano. Su consumo no sólo ayuda a refrescarnos por dentro sino, también, a dotar al organismo de todos los ingredientes que necesita durante esta estación. Para Manuel Moñino, secretario del comité científico de la Asociación para la Promoción del Consumo de Frutas y Hortalizas «5 al día», «su valor nutritivo reside en la alta densidad de nutrientes reguladores como el potasio, fibra, provitamina A o betacarotenos y otras sustancias bioactivas».
Pese a que las propiedades nutricionales de todas las frutas son más o menos similares, lo que diferencia a las ciruelas es que su color es el responsable de otorgarle beneficios casi exclusivos. Esta particularidad, se debe, según Natalia Úbeda, profesora de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo «a los pigmentos que, en el caso de las rojas, se debe a los antocianos, sustancias que pertenecen al grupo de los polifenoles con una gran propiedad antioxidante y preventiva de patologías cardiovasculares e, incluso, algunos procesos cancerosos». En el caso de la variedad amarilla, debido a los carotenoides, continúa la experta, «además de ser antiinflamatorios, protegen frente a la radiación ultravioleta». No obstante, la barrera protectora que ejercen los carotenos, «aunque ayuden a evitar la oxidación de la piel producida por los rayos solares, nunca deben sustituir al uso de cremas protectoras», advierte Natalia Ramos Carrera, dietista-nutricionista de Sprim (Salud, Prevención Investigación e Información Médica).
 

Forma natural

Gracias a su alto contenido en fibra, las ciruelas son excelentes aliadas para combatir el estreñimiento y proporcionar sensación de saciedad. Sin embargo, para hacer todavía más efectivo el papel de la fibra, esta fruta posee, además, sorbitol, «un tipo de azúcar que apenas se retiene en el intestino delgado, lo que hace que en su mayoría llegue intacto al colon donde, en parte, es fermentado por la flora intestinal generando diversas sustancias como gases y ácidos. Como una parte importante no se absorbe, su valor calórico es menor que el resto de los azúcares», explica Moñino. La combinación en una única fruta de fibra y sorbitol, además de «la implicación de otras familias de compuestos derivados de las xantinas, sustancias con bases purínicas, genera una estimulación del movimiento intestinal que previene y mejora los problemas de estreñimiento», añade.
Al encontrarse de forma natural en las ciruelas, el mecanismo de acción del sorbitol reside, según Ramos, en que «en su paso por el tubo digestivo provoca la retención de agua, por lo que el bolo fecal aumenta de tamaño, se hidrata y ayuda a la defecación». Sin embargo, este hecho es palpable cuando se ingiere una cantidad elevada de sorbitol, «50 gramos pudiendo provocar diarrea. No obstante, esta cifra es difícil de alcanzar con un consumo normal de ciruelas, que serían unos 150 gramos o dos piezas de tamaño medio. En todo caso, habría que ingerir más de medio kilo para que aparezcan los síntomas». En esta misma línea se sitúa Moñino quien añade que «la ingesta excesiva de azúcares no absorbibles como el sorbitol, puede ocasionar una carga osmótica elevada que desencadene episodios de diarrea y flatulencia. Aunque es difícil llegar a esta situación tomando frutas sólidas, se ha comprobado que los niños que abusan de la versión en zumo pueden ocasionar diarreas crónicas, malabsorción, hinchazón y dolor abdominal».
 

Control de peso

El buen tiempo nos invita a vestir de forma más ligera y, con ello, aparecen las preocupaciones por los kilos de más y por esos michelines que hacen acto de presencia sin ningún pudor. Dado que las frutas deben formar parte del plan de la alimentación a la hora de perder peso, lo cierto es que «las ciruelas aportan muy pocas calorías, 45 por cada cien gramos, y la mayor parte de su composición es agua. Aportan hidratos de carbono simples y no tienen grasa ni apenas proteínas», matiza Ramos. A este respecto, Úbeda insiste en que «se pueden incluir en las dietas de adelgazamiento porque tan sólo presentan once gramos de azúcar por cada cien gramos de producto comestible y no es una cantidad elevada como sucede con otras frutas como las cerezas o las uvas». Hacer que los niños coman fruta supone una ardua tarea. Úbeda recomienda que conviene aprovechar las de temporada como las ciruelas, ya que «si le quitas la piel que es la parte más amarga y toman la pulpa, por su sabor dulce puede ser una buena alternativa para los más pequeños». Las ciruelas ofrecen muchas opciones en la cocina, ya sea para elaborar mermeladas, tartas o como acompañante de guisos de carne.

 

 

De lírica laxativa/ Por Miguel Ángel Almodóvar

Dice Javier Raya, un joven poeta mexicano: «Se da el embellecimiento imprevisto/ ciruela inmediata, pronuncias/ fruta y se oye a tu paso/ caer una piedra». Como repertorio lírico no es mucho, pero menos es el referido a los laxantes farmacológicos, sobre los que no se conoce más cantiga que la que pudiera trovarse, contando con unas dosis de mal gusto, con voces como administrables por vía rectal, formadores de masa, emolientes, estimulantes de la movilidad intestinal, osmóticos y derivados de azúcares. Peligrosos y adictivos laxantes versus ciruela hermosa, redonda, luminosa, brillante y dulce o seca y arrugada en volumen informe, pero dispuesta a ser vivificada y gloriosamente preñada por la hermana agua, que al decir del buen santo de Asís es utilísima, preciosa, casta y humilde. No hay color, ni sabor que echar sobre la mesa en desesperado arrastre. La ciruela, que presta su sorbitol y sus derivados de la hifroxifenilxantina a los fármacos que emperezan el sistema intestinal, seguirá siempre ahí para quien la quiera coger y gozar.