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Corea del Norte desafía a EE UU

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lanzó desde Praga una seria advertencia al régimen de Corea del Norte después de que el país asiático efectuara el lanzamiento de un misil de largo alcance. «Corea del Norte ha violado las reglas», alertó, «y esta violación debe ser castigada». Su acción, insistió, precisa de «una respuesta firme» por parte de la comunidad internacional. Obama hizo esta advertencia por partida doble. Primero, a través de un comunicado al conocerse la noticia, y segundo en una céntrica plaza de la capital checa, donde se dio su gran baño de masas europeo. En ambas ocasiones, el presidente norteamericano calificó la acción de Pyongyang de «provocación» que «aisla aún más» a ese país de la comunidad internacional. Pese a que Corea del Sur asegura que sus vecinos del norte han lanzado un satélite como habían anunciado, nadie en la comunidad internacional duda que el régimen comunista ha dado un paso de gigante en su escalada armamentística nuclear. Obama está decidido a acabar con esa escalada, con la de Corea y la de cualquier país. Más allá de repetir que todos juntos, «hombro con hombro», el mundo debe contribuir a acabar con la crisis, la pobreza y luchar por la libertad, la democracia y contra la desigualdad en cualquier parte, el presidente de Estados Unidos centró la parte final de su discurso en las armas nucleares. Decidido a cambiar el mundo, Barack Obama pidió primero que «ignoremos a quienes dicen que el mundo no puede cambiar», frase que remató con un ovacionado «yes, we can», su lema de campaña adaptado ahora a su mesiánico proyecto de hacer un planeta nuevo. Luego inició su más duro discurso, contra la acción coreana y la proliferación de armas nucleares. Es una prioridad, aseguró, y «América va a dar el primer paso, un paso concreto», para reducir paulatinamente su arsenal nuclear en concordancia con Rusia y en virtud del acuerdo que comenzaron a hilvanar, en Londres, él y su homólogo Dimitri Medvedev. Obama anunció que el acuerdo se concretará con una firma a finales de año, y debe obtener resultados en un plazo de cuatro años, con mayor profundidad que el actual tratado de no proliferación de armas nucleares, con medidas disuasorias y mayores controles internacionales. En el horizonte, la desaparición de este tipo de armas, pero como él mismo reconoció, quizá «no en mi vida». Ese paso concreto, además, se formalizará con la intención de Obama de que su país firme el tratado de prohibición total de ensayos nucleares. En este asunto, Obama no podía dejar de referirse a Irán. Pese a defender su derecho a la energía nuclear, el presidente estadounidense advirtió de que el escudo antimisiles en suelo checo y polaco se quedará donde está, hasta que el régimen iraní no demuestre que esa energía no persigue dotar a Teherán de un arsenal nuclear. Asimismo, advirtió del peligro que supone la extensión de este tipo de armamento en países en donde no existe un estricto control, lo cual puede permitir a los terroristas hacerse con él y provocar una catástrofe en cualquier país. Así, citó los ataques de Al Qaida a Nueva York, Washington o Londres, a ambos lados del Atlántico y, aunque olvidara los atentados de Madrid, insistió en la necesidad de que todos arrimen el hombro para acabar con este peligro. Con ese espíritu, anunció que Estados Unidos acogerá en el plazo de un año una cumbre para tratar de erradicar los arsenales nucleares en todos los rincones del planeta.