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Del 3D a la ópera: las salas de cine buscan su sitio

Del 3D a la ópera: las salas de cine buscan su sitio
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Madrid- La desbandada de espectadores de los multicines es un fenómeno global que nadie pone en duda, aunque siempre hay matices según las zonas geográficas. Mientras los empresarios cinematográficos españoles se quejan de que la piratería se ceba con ellos -Egeda cifra en 400 millones anuales las descargas ilegales de filmes en la red-, en Gran Bretaña, con un gran pacto nacional antipiratería, se va a vivir un año histórico. Según Phil Clap, directivo de Cinema Exhibitors Association (organismo que regula el 90 por ciento de sus salas), explica a LA RAZÓN que este verano ha sido el más exitoso de los últimos 40 años. Unos cinco millones de personas fueron a ver un filme en la gran pantalla entre julio y septiembre. «La buena racha no ha parado en otoño ni en lo que llevamos de invierno, esperamos cerrar el año con una cifra mejor que la de 2007», añade. Crecimiento británico El año pasado 162 millones de personas acudieron al cine en Inglaterra y los expertos estiman que la cifra se incremente hasta en un dos por ciento al término de este ejercicio. A pesar de la euforia británica, donde el mal tiempo y el precio de las entradas animan a cobijarse frente a las grandes pantallas, en todo el planeta se plantean nuevos atractivos para incentivar las salas como espacio de encuentro de nuevo. Hollywood, en 3D Para sacar al espectador de casa hay que darle algo que no le ofrezca su equipado salón tecnológico. Esto parece ser, de momento, el cine en 3D. De hecho, cinco estudios de Hollywood han acordado invertir un billón de dólares en tecnología para ayudar a las salas a realizar esta transición tecnológica. Para estimular más el cambio se espera que 16 filmes se estrenen en este formato durante 2009. Entre ellos, las próximas apuestas de los reyes midas de este arte (Robert Zemeckis, James Cameron, Steven Spielberg o Peter Jackson...). «Monstruos contra alienígenas» será el primero que asome hacia marzo: sus productores, Dream Works Animations, ya han anunciado que tratarán de amortizar la inversión subiendo 5 dólares el precio de las entradas para las proyecciones en tres dimensiones. «Hacer 3D se ha simplificado y ahora no se altera la forma de trabajar del cineasta, ni se ralentiza el proceso, si bien hay cosas que no se pueden hacer (como algunos efectos especiales) e implica un aumento de coste del filme de un 15 a un 30 por ciento», explica Steve Schklair, fundador de la empresa 3ality Digital Systems. Otra apuesta fuerte en este formato será «Up», que llegará en mayo, de la mano de los estudios Disney/Pixar, y en julio Fox estrenará «Ice Age: Dan of the Dinosaurs», tercera entrega de la saga que protagonizan el mamut, la ardilla y el tigre prehistóricos. Ya a finales de año, James Cameron presentará «Avatar», una cinta de ciencia-ficción que contará con Sigourney Weaver como protagonista. El director se muestra entusiasmado con esta apuesta: «Las películas en 3D son un formato visionario con el que hace ocho años nadie quería comprometerse. Va a cambiar la industria del entretenimiento, porque hoy día ya no hay nada en la naturaleza que no pueda ser abordado por el 3D». Otra opción es reestrenar éxitos tradicionales -en 2D- adaptados al 3D. Será el caso de «Toy Story», también de DreamWorks. Basket en las salas La revolución llegará también a la misma NBA, que se ha unido a Turner Sports y Digital Hardware para filmar el All Star del proximo mes de febrero y emitirlos después en 3D en las salas de cine. «Queremos ser progresistas, invertir e involucrarnos en las tecnologías del futuro», aseguró el vicepresidente de la NBA, Mike Rokosa. En EE UU se ha pasado en los últimos años de 87 a cerca de 2.500 salas equipadas con este sistema y se espera que el año que viene 6.500 pantallas de todo el mundo puedan romper las dos dimensiones. En España sólo 30 salas pueden emitir en este formato. El problema es, como casi siempre, económico. Para llegar al cine en tres dimensiones antes hay que digitalizar el sistema de proyección de las salas y en Europa los grandes estudios no existen como en EE UU. Los exhibidores piden que sean las distribuidoras, buena parte de ellas filiales de las «majors» norteamericanas, quienes ayuden a costear este proceso, ya que ellos obtendrán los mayores beneficios: distribuir una «copia» digital de un filme es infinitamente más barato y rápido que hacer llegar a cada pantalla los rollos de película. El Estado también contribuirá al salto tecnológico, al menos se comprometió a hacerlo a través de la Ley de Cine. Y es que un proyector digital cuesta entre 80.000 y 90.000 euros. Las salas españolas se quejan además de que la distribución en digital no sólo depende de los distribuidores, sino de un nuevo intermediario, en este caso dos, XDC y Arf Alliance, que tienen distintos catálogos de películas; para obtener todas las que están en el mercado hay que estar suscritos a ambas redes. Lo que sí parece claro es que es un buen método contra la piratería, como señala Jeffrey Katzenberg, uno de los gurús de la tercera revolución del séptimo arte en Hollywood: «El 90% de las cintas piratas se generan grabando la película en el cine con una mini-cámara de vídeo. Que lo prueben en una sala 3D: ¡ya verán como pueden ir tirando la copia!», advierte. Batalla de videojuegos Cinegames es una iniciativa del grupo Yelmo Cineplex que tiene habilitada una sala en el complejo de Islazul, en la periferia de Madrid, con las última tecnología de imagen y sonido, aunque los fines de semana sobre la pantalla no se proyecta cine, sino una gran partida de videojuegos entre los 54 jugadores para los que tiene capacidad la sala. Cada uno de ellos cuenta con una pantalla propia y un «game-pad» para manejarse en la partida, mientras que en el espacio donde se ven las películas se proyecta una vista general de la partida, el ranking o la imagen del ganador. Además de competir con tus compañeros de asiento, la sala permite efectos de niebla, despliegue de luces, vibraciones de la butaca... Reestrenos y bodaS La crisis también se nota en los cines italianos, que cada vez registran menos espectadores. Algunas salas de la capital han optado por recuperar las mejores películas de los dos últimos años y cobrar sólo 2 ó 3 euros por entrada, con lo que consiguen mejores aforos que con los estrenos, que le cuestan al cliente hasta 7,5 euros. Más originales han sido en un viejo cine de la ciudad sureña de Bari, que ha abierto su sala a la proyección de vídeos de boda. Los novios tienen así la oportunidad de revivir con sus amigos y familiares el día del enlace mientras que el cine, que estaba amenazado de cierre por la competencia de los multisalas, ha conseguido salvarse.