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El cambio climático tapa la crisis

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L¿Aquila- La falta de concreción y de compromisos firmes ha marcado la reunión de los países más ricos de la tierra en la cumbre del G-8 que comenzó ayer en la ciudad italiana de L¿Aquila. Estados Unidos, Japón, Rusia, Canadá, Gran Bretaña, Italia, Francia y Alemania aprobaron una declaración que poco o nada va a cambiar la situación de los tres problemas que afronta: la crisis económica, la contaminación del medio ambiente y el hambre y el subdesarrollo de África y de otras naciones pobres. Ni siquiera al hablar de la crisis económica los líderes más poderosos del planeta fueron capaces de comprometerse a adoptar medidas concretas. La declaración final vislumbra señales de recuperación en el futuro pero afirma que continúa la «incerteza» y que la estabilidad todavía sufre «riesgos significativos». El acuerdo para «dar todos los pasos necesarios a la hora de apoyar la demanda e impulsar el crecimiento» parece a todas luces insuficiente. Algo más positivo es el acuerdo alcanzado para hacer frente común contra dos de los grandes males de la economía mundial: la corrupción y los paraísos fiscales. Como se esperaba, los líderes del G-8 hicieron un llamamiento para que la persona vuelva a ser el centro del sistema productivo. Sobre el empleo, uno de los grandes damnificados de la crisis, no hubo una postura firme: sólo se reconoció que su destrucción mina la estabilidad social. Obama no avanza sobre Irán Para que los mercados financieros recuperen su músculo perdido, la declaración de la cumbre del G-8 propone dos recetas: más controles y el rechazo al proteccionismo. Además pide a los Gobiernos que propicien una mayor tasa de ahorro entre sus ciudadanos y que desplieguen políticas macroeconómicas más apropiadas. En su declaración como presidente de turno de este exclusivo club, Silvio Berlusconi afirmó que lo peor de la crisis ya había pasado y prometió que, antes de fin de año, L¿Aquila albergará una nueva reunión del G-8 para tratar como evitar catástrofes como el terremoto vivido por esta ciudad el pasado mes de abril. Una vez concluida la primera jornada de la cumbre, los mandatarios del G-8 se reunieron en una cena brindada por el primer ministro italiano. Irán y su programa nuclear fue la estrella de las conversaciones de la cena. Según indico el ministro italiano de Exteriores, Franco Frattini, «por el momento» no se había logrado llegar a un acuerdo entre los distintos países para establecer sanciones a Irán. En el campo medioambiental, la declaración se vio afectada por la negativa de China e India a arriesgar su crecimiento económico reduciendo su contaminación. Finalmente sólo los países industrializados se propusieron reducir un 80% sus emisiones de gases contaminantes antes de 2050. Además, dijeron que intentarán que la temperatura global del planeta no aumente más de dos grados centígrados. El problema es que no explicaron cómo lo harían. Aún menos esperanzadora fue la declaración sobre el hambre, África y el impulso al desarrollo en los países pobres. De hecho, sólo 2 de las 50 páginas de la declaración final estaban dedicadas a estos temas. «Nos comprometemos a colaborar para mitigar los efectos de la crisis y que estas naciones puedan alcanzar los objetivos del milenio», dice el texto. Las ONG denunciaron que la situación de las personas que pasan hambre no mejorará con esta vacua declaración. «Signos de mejora» El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, afirmó ayer, como anfitrión del G-8, que lo peor de la crisis económica queda a nuestras espaldas y que los líderes de los países más desarrollados y Rusia quieren mandar en este sentido un mensaje de confianza. En una rueda de prensa celebrada en L¿Aquila, Silvio Berlusconi explicó que en las economías de las potencias mundiales se están registrando «signos de mejora». Desde aquí «queremos mandar un mensaje de confianza: la crisis, en su parte más dura, queda ya a nuestra espalda», dijo.