Argentina

«El proteccionismo es como tapar el sol con un dedo»

La crisis surgió en las economías avanzadas, pero ya se está cebando con los países más débiles. Para Cox, nos enfrentamos a un momento histórico «peligroso» que podría hipotecar los logros en materia de desarrollo de la última década.

«El proteccionismo es como tapar el sol con un dedo»
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Por una vez, nadie puede acusar a Iberoamérica de no haber hecho los deberes a tiempo. El estallido de la burbuja «subprime» pilló a la economía de la región en uno de sus mejores momentos, con crecimientos sostenidos del cinco por ciento. Además, la «zona cero» de la crisis se encontraba en esta ocasión a miles de kilómetros, en los países desarrollados. Pero todas estas precauciones no han impedido que las réplicas del terremoto financiero ya se estén haciendo notar en el subcontinente, que se enfrenta a un año dificilísimo. El desafío de Pamela Cox es que esta ralentización casi total de la economía no arrase los avances de Iberoamérica de la última década. Su receta es clara: fronteras abiertas, mercados eficaces y más ayuda al desarrollo. «No podemos permitir que esta crisis económica se convierta en una crisis humana y social», aseguró durante su reciente visita a nuestro país.

-El Banco Mundial ha recortado por enésima vez las previsiones de crecimiento para Iberoamérica, en esta ocasión al 0,3 por ciento para 2009. ¿Cómo ve el futuro próximo de la región?-Esta vez, la región no es el epicentro de la crisis, como en otras ocasiones. Al contrario, es la víctima de un «shock» global. Pero estamos entrando en una zona peligrosa que podría frustrar los avances obtenidos en los diez últimos años. Las expectativas indican que en 2009 el comercio mundial caerá por primera vez en 27 años. Y, a nivel global, 53 millones de personas podrían quedar sumidas en la pobreza por culpa de la crisis.-¿Cree que la recesión ha pillado desprevenidos a los mandatarios iberoamericanos?-En general, han reaccionado a tiempo. Algunos gobiernos han multiplicado sus programas de protección social, además de lanzar proyectos para generar empleo y estimular el consumo. Tenemos que evitar que la crisis económica se convierta en una crisis humana y social.-El Banco Mundial insiste en que las naciones avanzadas destinen el 0,7 por ciento de su PIB a ayuda al desarrollo. ¿Cómo pueden convencer a sus ciudadanos de que gasten sus impuestos en solventar problemas ajenos en momentos de crisis doméstica?-En realidad, no es caridad: también es un asunto de conveniencia propia. En un mundo interdependiente, el aumento de la pobreza y la inestabilidad que genera tampoco es beneficiosa para los países desarrollados.-En todo el mundo se perciben ciertos recelos hacia la globalización, especialmente en los países en desarrollo. ¿Se puede dar marcha atrás en este proceso integrador?-En realidad, la globalización no ha sido un proyecto incluyente. No ha beneficiado a todos. Por eso, deben ampliarse las oportunidades, para que todo el mundo se beneficie. Pero es imposible volver atrás en la globalización del conocimiento, las ideas, la ciencia y la cultura. -Sin embargo, el G-8 está cediendo el relevo al G-20, que incluye países en desarrollo. ¿Es un paso adelante en la globalización?-La presencia de las economías emergentes es ineludible para buscar soluciones globales que gocen de la legitimidad necesaria. La globalización debe beneficiar a todos y no a unos pocos. Por eso, países del G-20 como Argentina, Brasil y México han de tener un papel fundamental.-Además, vuelve a surgir el espectro del proteccionismo...-Es cierto. Y supondría un golpe más a los países en desarrollo. En un mundo interdependiente, el cierre de fronteras sería como pretender tapar el sol con un dedo. Por eso, es crucial que enviemos señales claras de que la Ronda de Doha de liberalización comercial puede salir adelante a corto plazo. -Entonces, ¿qué opina de medidas como la nacionalización de recursos naturales en países como Venezuela o Bolivia?-Lo importante es que los recursos naturales se extraigan de forma eficiente, que las ganancias sean transparentes y que los beneficios lleguen a la población. Esto puede realizarse a través del Estado, de empresas privadas o por un método mixto. No tenemos una postura dogmática: lo importante es lograr resultados. -Pero Iberoamérica está sufriendo una crisis que se gestó en otras latitudes. ¿No se corre el riesgo de que en algunos países surjan tentaciones populistas de replegarse sobre sí mismos?-El 90 por ciento de la población iberoamericana depende de la exportación. Por eso, erigir barreras comerciales va en contra de los intereses regionales. Y todas las encuestas indican que la población se pronuncia a favor de una economía de mercado que funcione y genere beneficios sociales para todos los ciudadanos.-¿Cuál debe ser el papel de España en la recuperación económica de Iberoamérica?-Es un país clave en la región. Y su presencia no es coyuntural, sino estratégica. Por tanto, confío en que la actual coyuntura no suponga un freno a la presencia española en la región. -¿Qué países iberoamericanos sufrirán más la crisis?-La crisis es como un tsunami que afecta a cada uno de forma distinta. Por ejemplo, México sufrirá mucho si la recesión se prolonga en EE UU, porque sus economías están muy vinculadas. Mientras, naciones exportadoras de petróleo como Venezuela y Ecuador deberán ajustar su gasto público por la bajada de los precios del crudo. -¿Y las que menos?-Aquellas que ahorraron durante los buenos tiempos, como Chile. También los mercados diversificados y con fuertes vínculos con las economías asiáticas, como Brasil, Colombia o Perú.-¿Cree que lo peor de la crisis ya ha pasado? -Es muy difícil establecer un horizonte de recuperación. Todos los economistas predicen que éste será un año muy difícil. Creemos que el crecimiento mundial pasará del 2,5 por ciento en 2008 al uno por ciento en 2009. Y la magnitud de la crisis dependerá del éxito de las políticas contracíclicas.-Parece que el legado intelectual de esta crisis será una mayor confianza en el papel del Estado en la economía. ¿Debemos mantener este planteamiento cuando se supere la recesión?-Uno de los males de la intelectualidad, incluida la económica, es su tendencia a establecer recetas universales. La relación entre el mercado y el Estado depende de las circunstancias históricas de cada sociedad. Ahora, lo que surge con claridad es la necesidad de una supervisión global de los mercados financieros.-Entonces, ¿qué lección debemos extraer de esta crisis?-Que el crecimiento sano de una economía no puede basarse en las burbujas. Cuando estallan, destrozan las esperanzas de millones de ciudadanos que se dejaron llevar por el impulso de esos procesos. Es imprescindible que recuperemos una ética basada en los criterios del trabajo, la productividad y la generación de valor.

EL ELEVADO COSTE DE LA INACCIÓN-La crisis también está aparcando el debate sobre el calentamiento global. ¿Podemos permitirnos carísimas medidas contra el cambio climático en plena recesión?-Es un falso dilema. En esta materia, el coste de la inacción supera el coste de una política que mitigue los efectos del calentamiento. -¿Por qué?-Esta crisis nos presenta nuevas oportunidades. Los paquetes de estímulo fiscal de países como EE UU dan incentivos a las inversiones respetuosas con el medio ambiente en áreas como el agua, la energía y el transporte. Y lo mismo ocurre en países como México, Brasil, Chile o Perú. Así, cuando llegue la recuperación, tendrán una ventaja comparativa en el mercado mundial.