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El terrorismo salpica de sangre el deporte nacional paquistaní

El terrorismo salpica de sangre el deporte nacional paquistaní
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Bangkok- «El críquet es la única ilusión que nos quedaba a los paquistaníes y también nos la están arrebatando». Se trata de un comentario anónimo, vertido en un foro de internet, pero resume con precisión el alcance del ataque terrorista perpetrado ayer en la ciudad de Lahore. Un comando perfectamente organizado abrió fuego contra la selección de Sri Lanka a plena luz del día, camino del estadio, dejando un saldo de al menos siete policías muertos y seis deportistas heridos de diferente gravedad. La víctima simbólica es el deporte nacional del país, una disciplina tan popular e integradora en el sur de Asia como lo es el fútbol en Europa.Los doce terroristas que protagonizaron la emboscada, enmascarados, armados con fusiles, granadas de mano e incluso lanzacohetes, consiguieron escapar sin heridas, dejando en evidencia los enormes problemas de seguridad que afronta Pakistán, un país que ya ni siquiera puede proteger a sus invitados de honor. Por otra parte, la impecable ejecución de la matanza ha hecho recordar el atentado de Bombay de finales del año pasado: tácticas guerrilleras, armas de todo tipo y un veloz repliegue que dejó fuera de juego a las fuerzas de seguridad. La selección atacada viajaba en representación de un país que en los últimos tiempos ha fortalecido su alianza regional con el archienemigo de los fundamentalistas paquistaníes: India. Sri Lanka es también una nación atenazada por la violencia, que sufre una de las guerras más olvidadas del mundo: la que libra el Gobierno contra la guerrilla hinduista de los Tigres Tamiles. En un gesto de cercanía con Islamabad, las autoridades ceilandesas habían accedido a disputar una serie de partidos de críquet contra Pakistán. Lo hicieron sustituyendo a la India, que canceló su participación en el torneo a raíz del asalto de Bombay. Y lo acabaron pagando con la sangre de sus glorias deportivas.Los analistas, así como los propios gobiernos de Pakistán y Sri Lanka, descartan que la autoría del atentado recaiga sobre los Tigres Tamiles, ya que no se considera que tengan capacidades logísticas como para llevar a cabo un ataque de estas dimensiones y mucho menos en Pakistán. Además, en las filas de la selección acribillada hay varios jugadores de etnia tamil y los asesinos abrieron fuego de manera indiscriminada contra los vehículos en los que viajaban. «Por si acaso, investigaremos si hubo vínculos con grupos terroristas tamiles», declararon fuentes oficiales desde Colombo, capital ceilandesa. Aunque por el momento no ha habido ninguna reivindicación, ni se ha encontrado ninguna pista contundente, los expertos de Inteligencia creen que el ataque ha sido orquestado por alguno de los grupos fundamentalistas islámicos que operan en Pakistán. El objetivo de la matanza, teorizan, era frustrar una de las pocas diversiones públicas de Pakistán, golpear el prestigio del país y aumentar la sensación de descontrol e inestabilidad. Y podrían haberse salido con la suya, a tenor de las primeras reacciones llegadas desde el mundo político y deportivo. Así, el presidente del Consejo Internacional de Críquet, Haaron Lorgat, indicó que Pakistán ya no está en condiciones de albergar ningún evento deportivo importante: «Es difícil pensar que vaya a haber más partidos internacionales en el futuro».