Estados Unidos

«Ésta no es una generación perdida»

Su nueva cinta, «La clase», se alzó con la Palma de Oro en Cannes y podría optar al Oscar como mejor película extranjera 

«Ésta no es una generación perdida»
«Ésta no es una generación perdida»larazon

laura seoane
 
Laurent Cantet se fijó para su nueva película un propósito ambicioso: representar a la sociedad francesa a través de un grupo de 25 adolescentes en el aula de un instituto. El resultado de esta intención devolvió al país galo su orgullo cinematográfico, ése que no se alimentaba desde 1987, cuando ganó su última Palma de Oro. Hasta el año pasado, con «La clase». Basado en la novela «Entre les murs», de François Bégaudeau (que también encarna al profesor protagonista), el filme es la crónica de un año escolar en un instituto de las afueras de París en el que un «collage» de razas y culturas funciona como caja de resonancia de lo que ocurre más allá de sus paredes.
excesiva permisividad
Con la vista puesta en este fin, Cantet también indaga en el siempre polémico tema de la educación. Tras su estreno en Francia, los especialistas galos en enseñanza pusieron en duda el acierto del método pedagógico, excesivo en permisividad, que plantea el filme, y calificaron de «fracaso» asociar al alumno con la creación de la norma. Un debate también existente en España, donde la violencia en las aulas es, cada vez más, un fenómeno extendido. El debate está servido.
-¿Hasta qué punto «La clase» es un reflejo del sistema educativo francés?
-Hay muchos profesores como François, que quieren ir más allá, enseñar a los alumnos a pensar, hacerles saber que el lenguaje marca socialmente. Pero, en realidad, él no es el típico profesor francés. En todo caso, los momentos que se ven en la película son muy particulares. Es una ficción.
-¿Qué opina sobre la enseñanza, en un momento en el que Europa se cuestiona la idoneidad de sus planes educativos?
-Muestra muchas complicaciones, pero también tiene cosas formidables. En mi opinión, el sistema es integrador, pero a la vez excluyente, ya que es en el instituto donde se decide quién acabará estudiando y quién no. De todas maneras, la sociedad es la responsable de que los jóvenes salgan adelante. Son inteligentes y tienen intereses. No son una generación perdida.
-Tiene las ideas muy claras; sin embargo, su cinta no ofrece respuestas, sólo plantea situaciones.
-El mundo que describo es demasiado complejo para dar una respuesta definitiva. Como espectador, no me gustan las películas que me dicen cómo tengo que pensar. Mi único objetivo con «La clase» es mostrar puntos de apoyo al público para una reflexión posterior.
-Pretendía hacer un retrato de la sociedad francesa a través de los jóvenes de una clase de instituto. ¿Lo ha conseguido?
-En mi opinión, es una película que representa la multiculturalidad de Francia, o, al menos, la de su parte urbana. En este sentido, he querido incluir mi propia postura política. Aunque sea un factor incómodo, creo que la multiculturalidad es muy enriquecedora. Al contrario que en los Estados Unidos, donde existe «melting pot», es decir, las culturas foráneas se integran en la central, en Francia decimos: «Parécete a nosotros y, sólo entonces, serás un ciudadano digno». Digamos que «La clase» muestra la integración «al estilo francés». Además, hace años que quería retratar a estos jóvenes porque están estigmatizados, se les tiene miedo. De hecho, casi nunca se habla de ellos, y, cuando se hace, no se trata de nada bueno.
-¿Y qué ocurre con la cultura? ¿Hasta qué punto influye en la misma la inmigración?.
-Resulta difícil aceptar que estos muchachos forman parte de nuestra cultura. No queremos aceptarlo porque estamos muy orgullosos de ella. Pero, en mi opinión, no debería ser un ámbito tan estático. En realidad, la cultura se construye cada día y bebe tanto de la calle como de la pluma de un escritor.
-Su cinta es una ficción, pero con un marcado estilo documental. ¿Hace más verosímil su retrato?
-Quería dar una imagen auténtica de nuestro mundo. Me interesaba lo que podían aportar los alumnos. Lo de documental se queda en el estilo, ya que es una cinta con un rodaje muy planeado.
-En ocasiones, parece que alumnos y profesor estén improvisando.
-Fue una táctica muy importante durante la preparación del filme. Organizamos un taller de interpretación en el instituto de donde salieron casi todos los actores.
-No obstante, usted se caracteriza por calcular al milímetro cada producción.
-En efecto, pero «La clase» fue la excepción en este sentido. No quería desaprovechar la energía que tiene la improvisación y, en algunos casos, la utilicé. Sabía qué frases concretas quería que dijeran los chicos en cada escena, se las contaba a François y él, como profesor, guiaba las conversaciones y las conseguía. Pero había tomas que necesitaba repetir hasta 10 veces. Por eso también me hace gracia que lo comparen con una película documental.