Asia

Kabul

Gaseadas por ir a la escuela

La batalla contra la escuela femenina es sólo uno de los frentes abiertos por los talibanes en Afganistán.

Gaseadas por ir a la escuela
Gaseadas por ir a la escuelalarazon

En Qazaaq, una localidad al norte de Kabul y, teóricamente, bajo control del Gobierno afgano, se ha producido un nuevo ataque talibán contra la escolarización de las mujeres. El balance es dramático: cinco niñas en coma y otras noventa heridas de diversa consideración. También han resultado afectadas seis profesoras. El coronel Sha Agha, responsable de la seguridad del distrito, se muestra atribulado. «He reforzado las patrullas, incluso revisamos las escuelas por la noche, y han vuelto a hacerlo».

 

Es el tercer caso similar en los últimos seis meses. Los talibanes rocían con un producto químico no identificado, pero que puede ser un derivado del cloro, las aulas que acogen a las niñas.

 

«Por la mañana, empezó a oler muy mal en mi clase. La profesora nos dijo que evacuáramos, pero no podíamos andar. Estábamos muy débiles, mareadas. Cuando me desperté, estaba en el hospital», relataba Leda, de 12 años, la terrible experiencia.

 

No es la única medida de terror para implantar lo que ellos entienden por la ley islámica: menudean los ataques con ácido contra las muchachas que se dirigen al colegio. Pero las mujeres de Afganistán, no importa la edad, parecen dispuestas a resistir: «Estoy muy triste ¿Qué hemos hecho mal en nuestra escuela? Yo quiero estudiar», decía una niña desde su cama en el hospital. Cuando los talibanes dominaban el país, las mujeres tenían vedada incluso la atención sanitaria.

 

Pese al esfuerzo militar occidental y al despliegue, cada vez mayor, del Ejército afgano, los integristas ganan influencia en amplios sectores de la población civil. Cobran impuestos, reclutan combatientes y exigen refugio. El miedo a las represalias, en unos casos, pero, también, el poder de seducción del dinero que proporciona el opio esteriliza los esfuerzos del Gobierno para erradicar a los integristas.

 

Ayer, sin ir más lejos, fueron capaces de llevar a cabo dos ataques simultáneos contra bases estadounidenses en la ciudad de Khost, al este de Kabul, con un balance de muertos y heridos aún sin determinar.

 

Daños colaterales

 

Ante este tipo de guerra de guerrillas, las tácticas puramente militares no sirven. Así, frente a los diarios partes de guerra que dan cuenta de la muerte de docenas de insurgentes, la realidad es que la influencia talibán se refuerza.

 

Situación de la que es muy consciente el presidente, Hamid Karzai, que reprocha a Washington una estrategia, la de los bombardeos aéreos, que causa muchas víctimas colaterales y predispone a los afganos contra los occidentales.

 

Los últimos ataques contra «bases guerrilleras», que no eran otra cosa que aldeas habitadas, obligadas a dar refugio a los talibanes, han generado un sentimiento de frustración entre la población local, espantada por el alto número de víctimas inocentes, entre ellas, más de noventa niños.