Diseño de moda

Jibarización del vestir

La Razón
La RazónLa Razón

Mi grupo de amigas engendradas antes de la generación ND (Nacida Digital), para quienes chatear es irse de vinos y no estar incrustada en Facebook, me obliga: quieren interponer una orden de busca y captura para Hervé Léger. El interfecto que postula que las mujeres pueden envasarse al vacío dentro de modelitos que, más que vestidos-venda son trapitos-escayola, ha logrado que sean legión las inmovilizadas a fuerza de conseguir una relación nada proactiva con su entorno. No son pocas las que aseguran haber requerido de los servicios de un mozo de espadas para calzarse tan mínimo atuendo y las urgencias están abarrotadas de congéneres con varias costillas rotas... Tal estado de emergencia nos hace deducir que hay diseñadores que no han visto a una mujer más que en los bajorrelieves del templo de Kom Ombo, ya que, si eres una hembra cuyos glúteos y senos han cobrado la forma definitiva que te acompañará durante un par de décadas, es matemáticamente imposible que quepas dentro de tamaño artefacto a no ser que te hayan metido de pequeñita. Dicen que hay yoguis del desierto que pueden parar la respiración a voluntad... quizá este artista del pespunte haya imaginado semejante jibarización de tela. En cualquier caso, siento decirle que llega tarde. En Burgos lo inventaron hace tiempo... y lo bautizaron con un sonoro nombre: morcilla.