Barcelona

José Guerrero crónica de un exilio anunciado

La hija del pintor denuncia el desprecio hacia su obra. El Ministerio de Cultura dice que incluirá el centro que lleva su nombre en la Red de Museos Estatales si la familia se lleva los cuadros de Granada, tras el desplante de la Diputación. 

José Guerrero, crónica de un exilio anunciado
José Guerrero, crónica de un exilio anunciadolarazon

Dore Asthon, la crítica de arte norteamericana que siguió desde las páginas de «The New York Times» la creación y auge de la Escuela de Nueva York, escribió a propósito de José Guerrero y su vínculo con su tierra natal que «descubriría este miedo letal a los clichés andaluces en la propia Granada, al darse cuenta del conflicto entre el espíritu cosmopolita de su hijo favorito, Lorca,... y los pilares de la sociedad granadina». Y Guerrero, prosigue Asthon, «descubrió, lenta e instintivamente, el significado pleno de ese temido epíteto: provinciano». Y ha querido el destino que, al final, lo encuentre. Aun así, Guerrero, un destacado miembro de la Escuela de Nueva York, el influyente grupo de pintores que marcaron el arte internacional en la década de los 50 y 60 con la denominación Expresionismo Abstracto, volvió a Granada, donde nació en 1914. O nunca la dejó del todo, aún habiendo adquirido la nacionalidad norteamericana en 1953.

«Cansada de esfuerzos»

Al morir en 1991, sus herederos donaron a Granada un conjunto de sesenta obras que permitió crear el Centro José Guerrero a través de un contrato de «comodato», o préstamo, durante diez años, cuyo vencimiento (el pasado 28 de abril) abriría la posibilidad de la donación definitiva, que es lo que quieren los hijos del pintor. Sin embargo, la Diputación de Granada, presidida por el socialista Antonio Martínez Caler, ha optado por diluir el Centro José Guerrero en una Fundación Granadina de Arte Contemporáneo sin contar con el acuerdo de la familia. «Estoy cansada de hacer esfuerzos, pero hace tiempo que la Diputación de Granada y nosotros no estamos en la misma onda. Desde que se puso en marcha el centro, las personas de esta institución han cambiado; antes era gente culta y fue fácil llegar a un contrato de préstamo, pero ahora sólo ha habido problemas», explica Lisa Guerrero, hija del pintor, desde Barcelona, ciudad donde murió su padre. Sus cenizas están en los pies de un olivo andaluz. Desde entonces, todo ha sido una constante pérdida de espacio: desde una sala de exposiciones en el Palacio de los Conde de Gabia a la utilización del personal del Centro Guerrero para otras actividades. El centro tiene mil metros cuadrados y la última propuesta fue reducirlo a una sola planta donde cabrían cuatro cuadros exactamente. «Estábamos en alerta por esta falta de interés que selle un acuerdo a largo plazo. ¡Es incomprensible que rechacen sesenta obras de Guerrero que queremos donar! Ha sido imposible llegar a crear los estatutos de una fundación en la que estén representadas las instituciones y la familia; todo ha sido propuestas de reuniones que ni se han celebrado... nos decían que dependía de la Junta de Andalucía y ahora parece que ni han hablado», añade Lisa.

Tony y Lisa Guerrero, los dos hijos del pintor, han anunciado que retirarán las obras y que las trasladarán a un almacén de Madrid. En el almacén donde ahora podrían acabar las pinturas de Guerrero hay también obras de Motherwell, Pollock o Franz Kline, amigos con los que intercambió pinturas. Recuerda Manuel Borja-Villel que ahí estaban guardadas algunas de las obras para la exposición que organizó para la Fundación Tàpies sobre Kline en 1994: «Las trajo Roxane personalmente», la mujer de Guerrero, con quien se instaló en Nueva York en 1950. «Lo que se está mostrando es cómo la política está detrás de la cultura, algo que es muy de España», concluye Lisa, que sigue sin comprender cómo se puede despreciar un legado tan importante: «Trasladarlas a un almacén no es fácil, porque hacen falta cajas, trasporte, seguridad, y sacar la placa de los Reyes que está en la puerta y el nombre en la fachada, es duro. Si pasado un tiempo, no hay nada que hacer y aparece algún proyecto importante, lo estudiaríamos».

Por su parte, el director general de Bellas Artes, José Jiménez, confirmó a este periódico que está dispuesto a incluir al Centro José Guerrero en la Red de Museos Estatales, en la que existiría una «subred» donde incluir las fundaciones de artistas como Miró o Chillida. «Lo que no podemos hacer es intervenir en contra de otra institución, en este caso la Diputación de Granada», dice Jiménez, pero «si la familia decide retirar las obras, estamos dispuesto a hablar con ellos, porque nos preocupa que un patrimonio de un artista español clave en el arte internacional se pueda perder».