Reino Unido
Kate Moss en carne viva
Sólo faltaba él. Hirst, el artista más inquietante y astuto del arte actual, ha sucumbido al poder de la modelo más allá de las pasarelas.
Hace unos días, la revista «Forbes» publicaba otra de sus habituales listas: en esta ocasión, la que clasifica a las modelos más ricas del planeta. Y entre ellas estaba Kate Moss, por supuesto, pero no la primera. Por delante de la británica se colaban, imbatibles, Gisele Bundchen y Heidi Klum. La primera por haber amasado una fortuna de 25 millones de dólares en el último año, y la segunda, por haber rozado los 16. Moss, sin embargo, se ha tenido que «conformar» con 8 millones y medio de dólares, una cifra muy alejada de las que poseen sus predecesoras, pero que no impide que su poder como musa de todas las artes siga aumentando cada año. Porque ese es el secreto de Kate. Mientras las demás «tops» se limitan a pasear palmito a lo largo y ancho del mundo, la británica ha convertido su imagen en la fuente de inspiración más rentable para decenas de artistas.
Ediciones agotadas
El último que ha caído en sus icónicas garras ha sido Damien Hirst, conocido por montar instalaciones como esa en la que se podía contemplar a un tiburón en formol o por recrear una calavera en platino y diamantes. Esta vez, Hirst ha utilizado a Kate Moss por un encargo de la revista «Tar», una de las más conocidas entre la vanguardia de Reino Unido. El resultado muestra a la maniquí con la mitad del rostro levantado, de manera que deja ver la musculatura interna de la piel. La imagen ha causado tal revuelo en Reino Unido que la publicación, de carácter bianual, ha batido todos los récords de venta y se ha visto obligada a lanzar nuevas ediciones ante la demanda. Mientras, Moss y Hirst no han hecho ninguna declaración sobre esta inquietante colaboración, la primera entre ambos a pesar de que el artista ya se había inspirado en la maniquí con anterioridad.
Pulmones con filetes
Ocurrió en 2006, cuando realizó la polémica escultura Virgin Mother, que preside la entrada de la Real Academia de las Artes de Londres y muestra a una mujer embarazada cuyo cuerpo, también despedazado a la mitad, deja ver un feto en sus entrañas.
En páginas interiores, la revista «Tar» incluye un reportaje con más fotografías de Hirst, entre ellas la de un hombre con las costillas a la vista y unos chuletones de carne amontonados como si se tratase de los pulmones.
El poder de Hirst, como el de Moss, también alcanza al mundo de la moda, ya que el año pasado colaboró con la firma de vaqueros Levi's en la creación de una línea con su conocida calavera de diamantes como «leit motiv». De ahí que la galería Tate Modern de Londres le haya incluido en la exposición «El artista como marca», donde se plantea la delgada línea que separa al arte del marketing con nombres como el del propio Damien Hirst, Takashi Murakami, Jeff Koons y Keith Haring.
Una musa que vale millones
Lucien Freud fue el primero que vio el potencial de Kate Moss como obra de arte. Aunque en realidad fuera ella quien le pidió al artista un retrato en 2001. Al final no lo compró, pero la obra alcanzó los 5,9 millones de euros en una subasta celebrada en febrero de 2005. Tres años después, el escultor Marc Quinn creaba «Sirena», una escultura de oro macizo de cincuenta kilos de peso y valorada en 2 millones de euros.
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