Novela

La cola

La Razón
La RazónLa Razón

Si notan ustedes que durante el próximo semestre no aparezco por aquí, que no cunda el pánico. Yo sé que mis tonterías provocan adicción y que sin ellas, no tienen los lectores el cuerpo redondo, pero oiga, nadie dijo que la vida fuera fácil. Me he pedido una excedencia. Estas cosas hay que hacerlas así. Por las bravas. Le he alquilado mi casa a una parejita encantadora. La ausencia, que por lo menos no me cueste dinero. He descongelado la nevera y la tengo oreándose. He dado una fiesta de despedida y los amigos me han llorado. Le he dejado la begonia que me regaló Miss Ovejero a mi vecina Charo. No podré celebrar la Navidad. Ahora que lo pienso, no podré ir a la fiesta de Navidad de mi curro, con la de cosas que pasan siempre, mecachis. Ni Año Nuevo. Ni Reyes. Ni mi cumpleaños. Que me puedo plantar en mayo tan ricamente. Para entonces tendré un año más. Quizá me haya crecido el pelo hasta parecer una de esas señoras mayores que se rodean de gatos. Me voy a llevar una maletita y tal. Y una crema de noche, pero de bote grande. Es que me tengo que renovar el DNI. Yo creí haber rebasado los límites con el abono del Atleti en Segunda. Trece horas estuve. Seguidas. De pie. Eché un día buenísimo, la verdad, rodeada de gente, a pesar de todo, contenta. Pero eso va a ser un suspirico al lado de esto. Tengo entendido que gracias a Rubalcaba, las oficinas para renovar el documento se van a abrir hasta las diez de la noche, incluidos los sábados. Me atrevo, sin embargo, a aconsejarle al ministro que extienda el horario hasta la sesión golfa, y pongo allí mismo una barra de copas y contrato un pincha. Creo, además, que ya que nos vamos a eternizar en la cola, nos permitan que en las fotos salgamos alegres. Gracias al copetín, las instantáneas tendrían como otro aire, como de un mundo feliz que hablaría muy bien de éste país y de sus paisanos. Así con un pulgar hacia arriba y un matasuegras colgando. Ea, pues nada, que ha sido un placer y que ya nos vemos en los bares. O en la cola. Soy la que pita como una tetera. Esa. La que parece disecada.