Belleza

La fiebre del autobronceador

Su componente principal es la dihidroxiacetona (DHA), una sustancia que «tiñe» la capa más superficial de la epidermis. No se absorbe, surte efecto en apenas unas horas y es seguro desde el punto de vista médico 

La fiebre del autobronceador
La fiebre del autobronceadorlarazon

El moreno se lleva puesto de casa, sin sudar la gota gorda y sin pasar por el tono «colorao» previo al dorado que tanto se ansía en esta época del año. Las siete horas infernales bajo el sol ahora caben en un tubo de apenas 100 mililitros. Y todo, gracias a los autobronceadores, productos en auge que ayudan a dar color a la piel de forma rápida y eficaz, si se saben utilizar. Además, con ellos se evita el tener que exponerse a los efectos dañinos de los rayos ultravioleta, que van desde el envejecimiento prematuro de la piel hasta el temido melanoma, el cáncer más frecuente en las mujeres de 25 a 30 años y en los varones de 30 a 35.Muchos se preguntan cuál es el mecanismo de acción de semejante herramienta, y aunque la composición varía según las marcas, básicamente contienen dihidroxiacetona (DHA), una sustancia «derivada de las cetonas (azúcares) que reacciona químicamente con la piel y le da un aspecto que va del amarillo al marrón dependiendo de los aminoácidos con los que reaccione», especifica Raúl de Lucas, dermatólogo del Hospital Universitario La Paz de Madrid. En resumidas cuentas, es un tinte que penetra en la capa más superficial de la epidermis, «por supuesto no se absorbe y es seguro desde el punto de vista médico», aclara. Y a este ingrediente se añaden también antioxidantes (carotenoides, tocoferoles, vitamina C…), aminoácidos y otras sustancias precursoras de la melanina, como la tirosina.

Mejor por la nochePrecisamente porque sólo «colorea» y no penetra en la capa más superficial de la piel (capa córnea), «no modifica la estructura de la queratina, por lo que no resulta perjudicial para la salud. La capa córnea se va renovando constantemente, así que en unos siete días el color del autobronceador va desapareciendo», explica Aurora Guerra, dermatóloga del Hospital Doce de Octubre y profesora titular de la Universidad Complutense de Madrid. Una vez aplicado el producto, la DHA tarda aproximadamente unas tres o cuatro horas en hacer efecto, llegando al máximo a partir de las 24 horas. «Por eso se recomienda aplicarlo por la noche, antes de acostarse», explica Hugo Vázquez, secretario de la Academia Española de Dermatología (AEDV). Ahora bien, el tono dependerá de tres factores: el tipo de piel, la composición de nuestro aliado cosmético y la frecuencia de aplicación del mismo, que será más o menos intensa según la cantidad de aminoácidos de la epidermis y de nuestro Ph. Hay que tener en cuenta, por tanto, la cantidad de DHA del artículo, y si el tono que obtenemos nos resulta muy claro, se puede hacer un segundo intento pasadas ocho o diez horas desde su aplicación inicial. Eso sí, es importante «hacer una prueba primero en una zona no visible para comprobar que los resultados son satisfactorios», comenta Guerra, y no quedarnos con un tono desagradable y artificial.

Para elegirUna vez hechas las comprobaciones pertinentes es hora de elegir el que más nos convenga o resulte más cómodo. Son varios los formatos disponibles hoy en día en el mercado. Toallitas, sprays, píldoras, cremas... Estas últimas, además de ser autobronceadoras, también suelen ser hidratantes. Su color es blanco y actúan con más o menos rapidez en función de la marca. Es el formato más recomendado de uso diario para que el tono que hemos alcanzado se mantenga. En cuanto a las toallitas y sprays, en líneas generales actúan antes, aproximadamente tras una o dos horas desde que se aplican; sin embargo, lo que hacen básicamente es teñir la piel. El bronceado será ligeramente más anaranjado de lo natural, y durará cerca de una semana. Antes de embadurnarse, lo primero «es limpiar la piel con un gel exfoliante para eliminar la grasa y suciedad. Una vez limpia y seca se extenderá una capa, evitando la acumulación en los pliegues naturales de la piel, como los nudillos o las rodillas. Por la mañana, se verán "a manchas", por lo que deben dar otra capa para dejarlo uniforme. Se pueden retocar una vez a la semana o cada 10 días para mantener un buen tono», explica Vázquez. Sin embargo, aquellos a los que no llamaron por el camino del arte y la paciencia, pueden optar por las cápsulas, que tardan más tiempo en actuar, pero el color que se obtiene con ellas es más duradero y natural. Eso sí, deben comenzar a tomarse al menos un mes antes de exponerse al sol, ya que van preparando la piel para que sea más susceptible de broncearse. Muchos dermatólogos las recomiendan, sobre a todo a las personas más blancas, debido a que son más propensos a presentar quemaduras. Tanto beneficio hace preguntarse a los más escépticos si todo el mundo puede utilizarlos o si, por el contrario, existe un perfil clave que deba mantenerse alejado de ellos. Y salvo que el individuo en cuestión muestre alguna reacción alérgica, los profesionales recalcan que no existe impedimento alguno. «No hay contraindicación, salvo que el paciente refiera irritación o molestias. Raramente se ha informado de problemas. Por supuesto si uno investiga, hay casos de dermatitis de contacto, pero parece ser que se atribuyeron a otras sustancias que llevaban los productos autobronceadores y no a la dihidroxiacetona», sentencia Raúl de Lucas. De hecho, es recomendable para pacientes con determinadas enfermedades, como «en el caso de pacientes con intolerancia al astro rey, dermatosis desencadenadas o agravadas por el sol, cáncer de piel y que deseen estar bronceados, podemos recomendarlos», explica Raúl de Lucas. Por su parte, Hugo Vázquez añade que «otro uso es el camuflaje «en casos como el vitíligo (manchas blancas por pérdida de pigmentación), tanto en afectados adultos como en niños». No obstante, en los más pequeños no debe usarse si se trata «de manchas clásicas, como pitiriasis alba difusa, por ejemplo, o por rinitis o dermatitis atópicas. Estas manchas blancas se deben a la sequedad de la piel, así que no está indicado en estos casos», matiza Vázquez. Otra dolencia para la que puede resultar beneficioso este tipo de producto es la adicción al sol, o lo que hoy los medios definen como tanorexia (del término «bronceado», en inglés «tan»).Los autobronceadores les da color sin necesidad de pasar horas bajo los rayos ultravioleta, que lo único que reportan es un cutis ajado, con líneas de expresión excesivamente marcadas y una tez deshidratada.Para quienes no están tan claros los beneficios es para las mujeres embarazadas, a las que algunos profesionales no sólo les recomiendan no tomar en exceso el sol durante el periodo de gestación y los cuatro meses de lactancia posteriores (por las manchas llamadas melasmas o cloasmas, y que se localizan con frecuencia en la frente, pómulos y labio superior), sino que tampoco les aconsejan utilizar estos cosméticos. «Aunque pensamos que no hay problemas, la falta de estudios en el embarazo hace que no podamos aconsejarlos», añade el especialista del Hospital La Paz. Por su parte, el secretario de la AEDV explica que «no se ha demostrado que existan efectos teratogénicos, esto es, en el feto, por lo que se podría usar durante este periodo».Otro aspecto importante y que a muchos puede llevar a confusión tiene que ver con la terminología. Y es que hay que diferenciar entre autobronceador y bronceador. Este último necesita del astro rey para que surta efecto, ya que estimula el moreno natural, es decir, «aumenta la producción de melanina, hace más sensible la piel a la radiación ultravioleta. El más común es el psoraleno, que se usa en dermatología para el tratamiento de determinadas enfermedades», señala Raúl de Lucas. Para Aurora Guerra, «el bronceador ayuda a ponerse moreno de verdad, se usaron para tratamientos médicos, pero pueden ser peligrosos porque pueden provocar sensibilidad y alergia».Puestos a clarificar, los profesionales puntualizan que los autobronceadores no llevan protección frente a los rayos solares. Éste es su principal peligro, la falsa sensación de inmunidad a las quemaduras, porque la piel, aunque pigmentada, sigue siendo sensible y se puede quemar igual que sin el cosmético. Por tanto, hay que usar un fotoprotector con índice adecuado. Y éste es, para las personas de piel clara, superior a 30, y para pieles morenas, entre 15 y 30.

Cuidado con los fraudesAdemás, hay que ser cautos con esas lociones que parecen protegernos porque, pese a que la mayoría cumplen las recomendaciones europeas, todavía se pueden encontrar en bazares y tiendas multiprecio protectores que incumplen, no sólo las que se refieren al etiquetado, sino también algunas cuestiones legislativas, como la inclusión del logotipo que indica la caducidad del producto una vez abierto, según apuntan desde la Confederación de Consumidores y Usuarios (OCU). Desde esta organización advierten de que en estos productos deben figurar instrucciones de empleo y sobre la cantidad que debe aplicarse, (la recomendada, según la Comisión Europea es de 36 gramos para un adulto de talla media) y no se deben utilizar aquellos que estén abiertos desde el año anterior.

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