Barcelona

La vida después de las llamas

La vida después de las llamas
La vida después de las llamaslarazon

Qué duele más, las quemaduras del cuerpo o las del alma? Susana todavía lo duda. Hace dos años que las llamas abrasaron el 60 por ciento de su cuerpo y las secuelas aún perduran. «Mi piso se incendió y había tanto humo que caí al suelo inconsciente y me asé. Al despertar no recordaba nada. Estuve dos meses en coma y cuando desperté me trasladaron 20 días al área de pacientes críticos, y el resto los pasé estabilizada en planta», lamenta.La movilidad de sus extremidades se vio mermada, al igual que su autoestima, ya que «se me quemaron los pies y no podía andar, tuve que aprender de nuevo a caminar y y a comer, porque no podía llevar la mano a la boca. En realidad nadie daba "un duro"por mí. Me vine abajo». Perdió tanta masa muscular que se quedó en apenas 39 kilos de peso.SalvadaPero no todo estaba perdido para Susana. Porque, como ella misma dice, despertó «en las mejores manos», las de los profesionales de la Unidad de Quemados del Hospital La Paz de Madrid. Un servicio en el que ingresan cada año «300 pacientes graves y otros 700 afectados que, aunque sufren quemaduras menores necesitan ser intervenidos quirúrgicamente», explica César Casado Pérez, jefe del Servicio de Cirugía Plástica y Quemados del centro hospitalario madrileño. Y es que este centro de referencia en España, cuenta con banco propio de piel. «En un primer momento se trata de eliminar los tejidos quemados lo antes posible e injertarlos con piel propia. Pero cuando esto no es posible, contamos con un banco de piel», añade Casado. El proceso de actuación cuando acude un paciente comienza con la evaluación según la gravedad, la extensión, la profundidad y la localización de las quemaduras. Para Sara, de 32 años, y que hace apenas tres días abandonó este mismo hospital, su paso por el centro le ha devuelto algo más que la pierna izquierda que creía irrecuperable. «Perdí el conocimiento mientras me duchaba y me quemé con el agua. Desperté en la ducha abrasada». Desde el tobillo hasta la ingle, tuvo que ser intervenida dos veces, porque uno de sus dedos corría el peligro de tener que ser amputado. «Pasas mucho miedo porque llegas con un dolor tan grande, que no se puede explicar, aunque lo peor son las curas, porque una vez que realizan el injerto ya no tienes la zona en carne viva, sino que hay piel, pero antes... antes es horrible».Hoy, de la boca de estas dos mujeres sólo salen agradecimientos para aquellos que limpiaron sus heridas, curaron sus llagas y secaron sus lágrimas de tormento. «Ahora puedo mover las manos, los brazos y las piernas. Acudo a rehabilitación a diario, aunque tengo mis limitaciones», explica Susana, quien añade que «la peor estación es la que se avecina, porque tengo que salir a la calle cuando ya casi no hay sol y los días cada vez son más largos». Además, Susana evita ir a su casa lo más posible, vive junto a su hermana y su cuñado, que han supuesto un pilar fundamental en su recuperación. «Me agobia ir a mi piso y todavía me siento algo incómoda cuando me preguntan. Y, aunque nunca le he dado mucha importancia al físico, ahora no soy capaz de sentarme en una terraza con camiseta de manga corta».Ambas son conscientes de que les queda un largo camino que recorrer, pero lo peor ya ha pasado, y las marcas que cubren sus cuerpos les recordarán que son supervivientes. Porque quien no tiene ninguna cicatriz es que no ha vivido suficiente.

Así funciona la unidad

La tasa de supervivencia en la unidad supera el 80 por ciento. Los pacientes ingresan enla unidad con pronóstico muy grave y tras superar una primera etapa crítica, la cicatrización de sus heridas condiciona su evolución, teniendo que ser sometidos a cirugías de eliminación dela quemadura y cobertura cutánea para recuperar su piel. En su tratamiento se están empleando técnicas novedosas como el uso de piel de banco, cultivos celulares y empleo de factores de crecimiento, así como técnicas de microcirugía en la reconstrucción de las secuelas postquemadura, y técnicas de autotrasplante de dedos de pie a mano. Cuenta con cerca de 1.200 metros cuadrados en los que hay una zona de críticos de 10 habitaciones individuales, una zona de hospitalización de quemados convencional de 12 camas, dos salas de tratamiento hidroterápico y curas, un quirófano específico de quemados y el banco de piel.Otras regiones españolas también cuentan con una unidad de quemados.Entre ellos, el Hospital Vall d`Hebron de Barcelona,el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, el Hospitalla Fe de Valencia, el complejo hospitalario de La Coruña y el Hospital de Getafe en Madrid.