Pamplona

Lluvia de orejas en Pamplona

Lluvia de orejas en Pamplona
Lluvia de orejas en Pamplonalarazon

Fin de fiesta en Pamplona, tristeza por ello que, no obstante, no influyó para que el público, este año muy dadivoso, se excediera en la concesión de trofeos a los diestros. Tan aficionados que dicen que son al toro grande, ayer consintieron una corrida terciada, la más pequeña de todo el ciclo. Morante de la Puebla hizo lo más artístico con el primero; un toreo muy clásico no exento de valor y con una gran plasticidad. El Juli se mostró en todo momento superior a sus toros y, a su estilo, también se permitió muchos detalles artísticos. Perera, que necesita un toro brioso para lucir en plenitud, estuvo bien pero sin arrebatar. Morante suplió la sosería del noble primero en una faena armónica y estética. La naturalidad que imprimió sorprendió en principio a la mayoría que terminó por rendirse a su torería y buen hacer. Las tandas diestras y siniestras, armónicas y cumpliendo los más ortodoxos preceptos de la tauromaquia. Una forma de hacer, digna de tener en cuenta en las escuelas taurinas. Con el noblote y corretón cuarto, al que hizo un bonito quite, mostró una faena menos vibrante que la anterior; con calidades pero sin llegar a cuajar en éxito grande. Le dio mucho espacio hacia la mitad de faena, con el toro ya casi acabado, con el fin de alargar las arrancadas. Como no pudo ser así, se adornó con muletazos por bajo, siempre con elegancia. El Juli, con el flojo y noble segundo, completó una faena de menos a más, propia de torero muy hecho. Poco a poco logró interesar a los tendidos, un poco fríos, por su buen hacer ante un animal bonancible pero sin chispa. La estocada, muy buena. Con el buen quinto se vació. Bien situado en todo momento y sin dejar que le tocase el engaño, instrumentó muy buenos y variados muletazos por ambos pitones. En esta ocasión sí que caló, mucho, en el tendido. El Juli, que a fuerza de templar alargó las arrancadas cuando menguaban, mostró su ciencia torera, aplicada con personalidad. Arrimón y estoconazo Perera, con el tercero, de poco trapío como sus hermanos, se mostró en su aire valiente. Dio muletazos por ambos pitones aunque sin demasiada emoción en los tendidos. El arrimón final con la mano derecha y la gran estocada fueron los cimientos del trofeo que le dieron. Con el sexto, que acusó un terrible golpe contra las tablas, realizó una labor porfiona y contundente, sin llegar a la calidad de otras ocasiones. Derechazos y naturales insistiendo mucho, del agrado del público, que se despedía de la fiesta.