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Patología geográfica

La Razón
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Tal vez sufra usted, sin saberlo, de patología geográfica. No se la diagnosticarán, pero con la misma radical firmeza con que le azota la enfermedad, le puede golpear su ubicación en el mapa. No hacía falta ni que nos lo dijera el Defensor del Pueblo, aunque él tenga claro que las diferencias asistenciales entre autonomías son cada vez más notables. Ya lo habíamos percibido las descentralizadas familias españolas. La gente habla. Y, así, sabe. Sabe cuánto espera el abuelo en un sitio y cuanto espera él en otro. Si el problema, por desgracia, no es de carril, si se trata de una enfermedad rara, de diagnósticos genéticos o nuevos medicamentos, entonces sabrán del llanto y del crujir de dientes. Y, como no, sabrán de la picaresca. De esa que lleva salvando las disfunciones unos años. Un empadronamiento puede marcar la diferencia. No siempre funciona. Equidad. Igualdad. Eficiencia. Rentabilidad de los recursos. Descentralicen, autonomicen, pero nunca podrán evitar que los profesionales punteros se concentren, vayan a los grandes centros. Déjenlos. Sólo asegurémonos de que los pacientes lleguen a donde ellos están. Es cosa sencilla...