Estados Unidos

«Reactivar la economía con energías limpias» por José Antonio Vera

La Razón
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Sin incurrir en los empachos amerengados de las últimas soflamas abobamadas, hay que reconocer que la imagen del presidente electo de EE UU es hoy la de la esperanza para millones de personas. De ahí que sea fácil se pueda desvanecer con la misma facilidad con que se gestó. Todo depende del propio Obama, y de lo que los demás le dejen hacer. Y por supuesto de la suerte.
En el ámbito energético el líder afroamericano lo tiene claro. En medio de esta crisis tenaz que todo lo destruye, hay que apostar por un nuevo modelo capaz de reactivar la economía desde abajo. Fácil no es, pero probablemente tampoco sea imposible. La era de los combustibles fósiles languidece entre coletazos de depresión y recesión que golpean a todos los sectores, de manera particular al del consumo y la automoción, éste último al borde de la bancarrota total. El transporte ha sido el más vivo exponente de una vida dominada por el petróleo. Pero el oro negro se sumerge en su propio lodo de arenas asfálticas y rocas botuminosas.
Bush no quiso ver la realidad del problema durante los años en que gobernó. Al final le obligaron las circunstancias, y empezó a hacerle guiños al hidrógeno y a las energías renovables, tan reprobadas por quienes entienden que el agua, el sol y el viento no podrán jamás sustituir al líquido viscoso que emerge de las entrañas de la tierra.
Obama si cree en las energías nuevas, basadas en unos recursos naturales que no contaminan y son inagotables. Puede ser la suya una apuesta estéril. Puede fracasar. Pero de momento es una apuesta que ilusiona a muchos. Su plan «Apolo Verde» pretende romper con el pasado, con la inercia de Bush, para convertir a Estados Unidos en el líder mundial de las energías limpias, invirtiendo en ello 150.000 millones de dólares, el coste anual de la guerra de Irak. El objetivo es conseguir que el 25 por ciento de la energía sea renovable en 2025, aunque los más optimistas creen que ese porcentaje podría ser del 50 por ciento si existe un empeño real en conseguirlo. En puestos de trabajo, la inversión supondría crear entre 2,5 y 5 millones de empleos de calidad. ¿Pura ficción? Podría ser, pero el equipo que rodea al nuevo presidente USA se lo está tomando en serio. Las renovables apenas llegan hoy al diez por ciento de la tarta energética norteamericana, teniendo en cuenta que el siete por ciento de ésta procede de la hidroeléctrica. La solar y la eólica apenas son el uno por ciento, y los desarrollos en los que están basados pertenecen a otros países, de manera particular a España. Es curioso, pero nuestro país es hoy referencia obligada para el gigante americano desde el punto de vista renovable. España es en la actualidad la segunda potencia mundial en generación solar, después de Alemania, y la tercera o la primera en eólica, según se sume sólo la generación, o ésta más la capacidad de fabricación de equipos y componentes. Empresas españolas como Acciona, Iberdrola, Endesa, Gamesa y Abengoa son punteras en Estados Unidos. Acciona gestiona Nevada Solar One, cerca de Las Vegas. Gamesa posee una avanzada planta de producción de turbinas en Pensilvania. Iberdrola Renovables dispone de un importante potencial de parques de molinos de viento. Y Abengoa construye en Arizona la que será, a partir de 2011, la mayor planta solar del mundo.
España está en unas condiciones formidables para aprovechar el tirón verde de Obama, dispuesto a pasar a la acción para poner a trabajar a su inmenso país en la transformación de la economía del petróleo en una economía basada en «la nueva energía de América». Así es como se la denomina ya en la propaganda demócrata. «New Energy for América» parece algo más que un plan de chiflados. Es un plan global para reemplazar la vieja economía basada en los combustibles fósiles, que se cae a pedazos, por una nueva que sustituya al motor de gasolina. Siendo como es Estados Unidos el país más industrioso y tecnológicamente avanzado del mundo, no debería resultar imposible tal empresa. Otra cosa es que se haga bien. Y que se llegue a tiempo. Y que funcione. Tal es el reto verde de Barack Obama.

jvera@larazon.es