Estados Unidos

Riesgos de llevar un piercing en los genitales

Infecciones, pérdida de sensibilidad, laceraciones y obstrucción irreversible de los conductos de lactancia son algunas de las consecuencias por intentar tener relaciones sexuales más intensas.

Riesgos de llevar un piercing en los genitales
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Por estética precisamente no es, aunque nunca se sabe quiénes lo podrán ver. Los piercings en la zona genital se eligen para dar y recibir mayor placer sexual. Porque «dicen» que aumentan la intensidad de las sensaciones. Pero nada más lejos de la realidad. Óscar Martínez, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Infanta Elena de Valdemoro (Madrid) y profesor asociado de la Universidad Complutense, afirma que «no produce alteraciones en el orgasmo». Algunos estudios afirman que aquellas féminas que lucen, o mejor dicho, esconden un pendiente en el clítoris, tienen más relaciones sexuales y son más excitables, pero realmente no se sabe si esas personas tienen una mayor predisposición antes de colocarse semejante adorno, o al revés. Esto es, no queda claro si el artilugio en cuestión es causa o efecto. Desmentido el mito «eróticofestivo», los profesionales advierten de los riesgos que conlleva. Martínez especifica que, en el caso de la mujer, son tres las zonas elegidas: el labio mayor, el menor y el clítoris. Entre los inconvenientes destaca la cicatrización, ya que «en el clítoris en concreto, tarda entre dos y seis semanas, mientras que en los labios es de cuatro, y eso es demasiado tiempo». El triángulo, el capuchón clitoridiano horizontal, el vertical... Cada uno en función del tamaño del clítoris. Pero tanta originalidad puede, además, producir alteraciones en los métodos de protección de barrera (rotura del preservativo o diafragma). Las alergias al material y las infecciones de la piel también son importantes, aunque paradójicamente son menos graves que en otras zonas como las orejas. Y no hay que olvidar la irritación por contacto». Según estudios de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos), el perfil de quienes se perforan la zona íntima es de jóvenes con buena educación, una menor predisposición a pasar por la vicaría, iniciados en el sexo de forma temprana, homosexuales o bisexuales. Y a todos ellos les preocupa la pérdida de sensibilidad y las infecciones como la hepatitis y el sida.Ellas y sus pezonesNo por falta de zonas en el cuerpo para colocar un aro de metal, algunas eligen los pezones, pero como advierte Hugo Vázquez Veiga, secretario General Academia Española de Dermatología y Venereología, «la infección puede producir mastitis. La sensibilidad y la reactividad del pezón puede verse comprometida y dificultar o impedir la lactancia». Algo que corrobora Martínez. «Se producen alteraciones en los conductos de lactancia. De hecho, se pueden romper y no se reconstruyen».Pero no sólo ellas corren riesgos. Los hombres pueden sufrir serias alteraciones en el pene. «Con los traumatismos o roces continuados sobre una zona mucosa delicada, ésta puede engrosarse y dar origen a la leucoplasias o eritroplasias, que pueden ser precursoras de lesiones malignas», matiza Vázquez. Además, en las proximidades de la uretra se producen deformaciones y obstrucciones por cicatrices patológicas e hipertróficas, que dificultarán la salida de la orina. El secretario de la AEDV matiza que «el engrosamiento del epitelio del glande puede hacer que se pierda sensibilidad». Y no es de extrañar, visto semejante arsenal de contraindicaciones. Para concluir, Vázquez aclara que, la presión mantenida sobre un punto en concreto ocasiona zonas necróticas o ulceraciones.Para aquellos que no se atrevan con «los bajos» y opten por otras zonas, como la lengua o el labio (especialmente para dar mayor placer a su pareja mediante el sexo oral), deben saber que las infecciones y laceraciones también están a la orden del día.